lunes, 6 de abril de 2009

La Derrota del Casino.

Argentina - Bs. Aires - Si este escrito sirve para generar un debate acerca de estas cuestiones, habrá cumplido su objetivo.
En este escrito vamos a realizar un análisis del último conflicto del Casino flotante. Cualquier crítica que hagamos a los compañeros delegados parte del reconocimiento de su compromiso y su conmovedora entrega a la causa obrera. Además, no la realizamos desde el “laboratorio” de ideas, sino que hemos acompañado en las calles, con nuestras fuerzas, la memorable lucha de los compañeros del Casino. Realizaremos una crítica política, en ningún caso ponemos en duda la entereza moral de los dirigentes nombrados.
Las cosas por su nombre
Luego de 108 días de conflicto, el 25 de febrero de 2008, una asamblea de trabajadores del Casino decidió retornar al trabajo. “Hasta acá llegamos” , afirmó Gastón Platowsky, uno de los principales dirigentes del conflicto. Por su parte, Leonardo Bonanni -el otro delegado con mayor influencia- reconoce que “ha culminado un conflicto sin lograr los objetivos” .
Aunque la declaración de Bonanni es básicamente correcta, no brinda un cuadro completo de la situación. Precisamos agregar algunos elementos adicionales para tener una imagen más ajustada a la realidad. En otros términos, si todo el problema radicara en que no se lograron los objetivos, la situación no sería tan grave. Lamentablemente, como veremos a continuación, las consecuencias no fueron tan leves.
¿Qué secuelas dejó el conflicto? Mencionemos sólo algunas de ellas. Centenares de trabajadores fueron despedidos, otros tantos arreglaron de forma individual su desvinculación de la empresa.
La organización gremial en el lugar de trabajo, que tanto esfuerzo costó construir, quedó prácticamente desmantelada. Las mejoras en las condiciones de trabajo y las reivindicaciones económicas conquistadas, ahora son puestas en tela de juicio por la empresa o directamente desconocidas. La prepotencia patronal, ejercida por jefes y supervisores, regresa a sus niveles habituales y más también. En otras palabras, lo que estamosdescribiendo es el paisaje de una durísima derrota de los trabajadores. Entonces, el problema no se limita exclusivamente a que “ha culminado un conflicto sin lograr los objetivos”, esa es sólo una parte de la verdad. Para trazar un cuadro de situación más completo, tendríamos que agregar que las conquistas y la organización han sido destruidas. Desmoralización, rabia e impotencia, inundan las filas obreras.
La lucha de los trabajadores del Casino despertó gran interés en amplios sectores de la vanguardia obrera. También la patronal, la burocracia sindical y el gobierno seguían con mucha atención el desarrollo del conflicto. Por esa razón, el desenlace desfavorable de la huelga, no afectó sólo a los trabajadores del Casino, sino que repercutió negativamente en el conjunto de la clase trabajadora y fortaleció paralelamente a las fuerzas enemigas.
En los lugares de trabajo, cuando los empleados pretenden ir más allá de lo establecido, la burocracia sindical saca a relucir el resultado del Casino. “¿Ustedes quieren terminar como el Casino?”, pregunta el burócrata sindical a sus bases…
En definitiva, todas las conquistas conseguidas por los trabajadores y la organización obrera en el lugar de trabajo se perdieron, ¿cómo sucedió? ¿Por qué los compañeros del Casino fueron derrotados?
El enemigo nos jugó en contra
Ante la pregunta “¿por qué perdimos?” muchos compañeros coinciden en señalar, como causales de la derrota, la magnitud y unidad de las fuerzas que tuvieron que enfrentar. Gastón Platowsky realiza el siguiente diagnóstico:
“Me hace acordar al Asterix, en un pueblito de la Galia, contra Roma. Tuvimos todos los poderes en contra, la milicia, los jueces, los ministerios, el poder político, decenas de intereses comprados, y... la burocracia sindical”.
Continúa diciendo:
“los sindicatos hicieron un frente único con la patronal contra los compañeros y el cuerpo de delegados”.
No deja de mencionar como uno de los principales responsables al gobierno:
“Hay suma responsabilidad del Gobierno, López es de la entraña de Kirchner, y por esto el poder que tiene. [...] El estado se vuelca a favor de las patronales... pusieron todo para derrotar a los trabajadores.”
Entonces, según Platowsky, tenemos que buscar las causas de la derrota en que “tuvimos todos los poderes en contra”, que “los sindicatos hicieron un frente único con la patronal” y, toda esta enorme maquinaria que montaron para derrotar el conflicto, contó con la complicidad del gobierno y el Estado.
Por su parte, el otro líder de la huelga, Leonardo Bonanni, realiza un razonamiento similar, dice:
“El gobierno K es patronal, pero no todos los patrones tienen la espalda política de Cristóbal Lopez que le generó los favores de todo el aparato de estado, desde la Justicia, la negligencia del Ministerio de Trabajo, el abroquelamiento de todas las burocracias sindicales, las fuerzas represivas.”
En ambos casos, la lógica de pensamiento es análoga. Los dos coinciden en señalar que enfrentaron a un enemigo muy poderoso, que logró constituir un frente único donde se encontraban la patronal, la burocracia y el gobierno. Entonces, la derrota se explica por la fuerza del enemigo y la alianza que logró conformar.
A continuación vamos a señalar algunos problemas ó limitaciones que encontramos en esta forma de razonamiento. Pensamos que no brinda una respuesta satisfactoria a la pregunta “¿por qué perdimos?”.
Una respuesta derrotista y desmoralizante
No es la primera vez que nos encontramos con formas de razonamiento semejantes. En muchas oportunidades se utilizan lógicas de pensamiento similares para explicar las derrotas del movimiento obrero. El argumento consiste en señalar que la burocracia sindical tejió una alianza “espuria” con la patronal y que ambos recibieron apoyo del Estado –personificado en el Poder Ejecutivo-.
Pensamos que es una forma errónea de plantear la cuestión, que conduce a una visión derrotista de la lucha de clases y termina provocando un efecto desmoralizante sobre las fuerzas obreras. Además, más allá de las intenciones, oculta los errores cometidos. No permite aprender del pasado. Obstruye el proceso de toma de conciencia de las equivocaciones perpetradas para evitar caer en las mismas en el futuro.
En la Argentina, la mayoría de los sindicatos –casi la totalidad- se encuentran en manos de direcciones que podemos catalogar genéricamente como “burocráticas”. Como regla general, no tendríamos que depositar ninguna confianza en esas conducciones.
¿Jamás una dirección burocrática impulsa ó conduce luchas en defensa de los trabajadores? Las cosas no son tan sencillas. Sabemos por experiencia, que en ciertas ocasiones, la burocracia sindical puede impulsar conflictos y ponerse a la cabeza de genuinos reclamos obreros. En esos casos, surge la posibilidad de realizar acciones unitarias, acuerdos temporarios y acotados. Son cuestiones que cualquier militante gremial, con alguna experiencia sindical, las conoce y las maneja a la perfección.
También hemos aprendido, que la burocracia sindical es enemiga mortal de cualquier práctica auténticamente democrática. Para los jerarcas sindicales, ninguna protesta puede ser resuelta directamente por los mismos trabajadores. Sólo los “cuerpos orgánicos” están autorizados para decretar cualquier medida de lucha.
Entonces, una de las funciones fundamentales de la burocracia sindical consiste en ahogar toda expresión democrática, autónoma y combativa de la clase obrera. Si los empleados de una empresa logran organizarse en su lugar de trabajo, por fuera y en contra de la dirección burocrática, es completamente lógico esperar que los jerarcas sindicales se ubiquen en la vereda de enfrente. Sería extraño que suceda lo contrario. Quienes desafíen el control burocrático, si lo hacen seria y responsablemente, deben conocer las consecuencias a las que se exponen. La dirección sindical buscará el momento propicio para aplastarlos.
Por esa razón, ningún obrero conciente puede mostrarse sorprendido si encuentra a la burocracia sindical traicionando luchas obreras ó realizando alianzas con la patronal para enfrentar la movilización independiente de los trabajadores.
De la patronal que estamos enfrentando, ¿qué podemos esperar?, ¿que nos ayude a ganar el conflicto? Es nuestro principal enemigo, jamás podemos esperar contar con sus fuerzas para ganar una huelga.
La tercera parte de la alianza antiobrera es el Gobierno. Para los socialistas, tanto el Estado como el gobierno, defienden los intereses de la patronal en su conjunto. Por esa razón, jamás nos puede asombrar si los encontramos luchando en contra de las fuerzas obreras. Todos sabemos que el Estado cuenta con fuerzas de represión, en el caso de la lucha del Casino, la patronal utilizó los favores de la Prefectura. ¿Algún trabajador con conciencia de clase se puede extrañar de esa situación? ¿Alguien pensó en algún momento que la Prefectura podía jugar a favor de los trabajadores?
Entonces, ¿podemos asombrarnos de que la burocracia sindical, la patronal y el gobierno luchen en contra de los intereses obreros? ¿No es esa su función principal y hasta natural? Generalmente, vamos a encontrar a la burocracia sindical, a la patronal y al gobierno en la vereda de enfrente, coaligados, combatiendo contra los trabajadores. Si esa es la regla general, ¿jamás vamos a poder ganar una huelga? De acuerdo a la forma de razonar que manejan algunos compañeros, la lógica diría que tendríamos que perder siempre.
Queremos insistir sobre este punto porque nos parece clave. Según Platowsky y Bonanni (y los compañeros que piensan como ellos) la lucha se perdió porque la burocracia sindical traicionó y tejió una alianza con la patronal y el gobierno. Estos mismo compañeros sostienen que la burocracia, el gobierno y la patronal siempre se comportan del mismo modo, entonces, la conclusión lógica es que jamás se puede ganar. Es una forma de entender la lucha de clases completamente derrotista y desmoralizante.
Conflictos sindicales y relaciones de fuerzas
No existe ninguna receta para ganar una huelga, ó al menos nosotros no la conocemos. Pero sí podemos intentar señalar algunas cuestiones básicas que habría que tener en cuenta en estos casos.
En toda lucha, se ponen en juego dos ó más fuerzas. En una huelga, los contrincantes principales son la patronal por un lado y los trabajadores por el otro. Como en toda pulseada, gana el que logre acumular mayor cantidad de fuerzas a su favor. La patronal va a intentar que la burocracia sindical y el gobierno respondan a sus intereses. Además, va a tratar de lograr fisuras en las fuerzas obreras. En definitiva, su objetivo será fortalecer su posición y debilitar al adversario.
¿Qué tenemos que hacer los trabajadores? ¡Exactamente lo mismo, pero a la inversa! Tenemos que procurar acumular poder de nuestro lado e intentar fracturar y socavar las fuerzas enemigas.
Es evidente que la patronal del Casino jugó muy bien la partida, se desempeñó con mucha eficacia. Consiguió encolumnar detrás suyo a la burocracia sindical, el gobierno y a parte de los propios trabajadores. Por lo tanto, no solo consiguió el apoyo de sus aliados naturales, sino que logró quebrar el frente enemigo.
¿Qué sucedió de nuestro lado? ¿Qué política siguieron los principales dirigentes del conflicto?
Ante la enorme fuerza que logró acumular la patronal, era indispensable contrapesar ese formidable poderío. En primer lugar, había que mantener en pie el frente interno, evitando que cunda la desmoralización entre los propios compañeros. Pero además, era necesario articular un sistema de alianzas lo suficientemente amplio y extendido que permita fortalecer nuestras posiciones. Era necesario conseguir la solidaridad y el apoyo de diversas fuerzas con peso real en la sociedad que -por la razón que fuere- acordaran en acompañar -total o parcialmente- a los trabajadores en conflicto. En este sentido, diferimos con las posiciones sostenidas por el PTS, porque ubican a la solidaridad con los compañeros en huelga en un segundo y accesorio lugar, ellos afirman:
“La solidaridad para demostrar que el conflicto no está aislado, y haber logrado la simpatía de grandes sectores de la población, han sido claves en este duro enfrentamiento contra enemigos tan poderosos. Pero será la fuerza y unidad de los trabajadores con sus métodos de lucha (huelga, movilización, piquete) los que finalmente podrán torcer el brazo de López y sus amigos del gobierno y la burocracia.”
Una lectura atenta del texto citado permite comprobar que para estos compañeros la solidaridad es un elemento menor (aunque se diga que ha sido clave), porque “será la fuerza y la unidad de los trabajadores [...] los que finalmente podrán torcer el brazo” de la patronal, el gobierno y la burocracia. Por otra parte, pensamos que la solidaridad no cumple sólo la función de “demostrar que el conflicto no está aislado”. Insistimos, los trabajadores en huelga debían conformar un sistema de alianzas que les permitiera acumular las fuerzas necesarias para derrotar a sus adversarios. En otras palabras, la patronal del Casino lideraba una poderosa alianza que reunía a diversos sectores. Por lo tanto, nuestro objetivo tendría que haber sido conformar una fuerza social lo suficientemente poderosa que nos permitiera derrotar a este enemigo tan potente.
Los principales dirigentes del Cuerpo de Delegados del Casino nos dirán que ellos trataron de buscar alianzas externas y solidaridad con su lucha. Impulsaron los plenarios de trabajadores que se reunieron en ATE. Eran iniciativas correctas, pero se necesitaban sumar fuerzas que tuvieran peso real en la sociedad. En esos plenarios se juntaba sólo el activismo de izquierda, es decir, representantes de sectores que no alcanzaron a sumar, entre todos juntos, el 1% de los votos de la población. Pongamos algunos ejemplos. Era necesario recorrer los pasillos del Congreso buscando legisladores de cualquier partido que, por la razón que fuere, estuvieran dispuestos a apoyar a los compañeros en lucha. Había que solicitar la solidaridad de cualquier organización obrera sin importar el color político de su dirección. Era necesario reclamar el apoyo de la Iglesia.
Había que recorrer las parroquias y los centros religiosos de los más diversos credos. Más aún, si por alguna causa, por mezquina que esta fuera, algún sector patronal podía ofrecernos algún tipo de ayuda, era nuestra obligación aceptarla.
Pero además, la unidad no sólo se proclama, hay que construirla, hay que luchar por conseguirla.
No es suficiente vociferar que se requiere la solidaridad, por ej, de la CTA. Hace falta ir al encuentro de esos compañeros. Trabajar pacientemente para que se logre una alianza que nos beneficie.
Volvemos sobre el mismo punto. Tenemos que aprender de la patronal, ellos buscan aliados en todos los sectores sociales. Nosotros debemos hacer lo mismo. Tenemos que trabajar afanosamente para lograr una alianza con las más diversas personalidad y organizaciones sociales, sindicales, políticas, religiosas, culturales, etc. para llegar a constituir una fuerza social lo suficientemente poderosa que nos permita derrotar al enemigo.
Pensamos que la política que estamos proponiendo no fue la que siguieron los dirigentes del Casino. Se limitaron a recibir el apoyo de las diminutas y casi inexistentes organizaciones de izquierda. No bregaron seriamente por ampliar el marco de alianzas. De esa forma no se podía triunfar contra un enemigo tan poderoso.
Junto con la tarea de sumar fuerzas a nuestro bando, tenemos que evitar que potenciales aliados se vuelquen al campo enemigo. Se necesita ser muy cuidadosos con las críticas y acciones que realicemos en ciertos momentos, para que no terminen ahuyentando a ciertas organizaciones o figuras relevantes, que de haber recibido otro trato se hubieran puesto de nuestro lado. En otras palabras, es imprescindible hacer todo lo necesario para no sumar nuevos enemigos, con los que ya tenemos son suficientes.
Retroceder nunca, rendirse jamás
Es cierto, las fuerzas contra las cuales se enfrentaron los compañeros del Casino fueron muy grandes. Nadie lo niega. El tema radica en si era posible ganar. Si en algún momento los compañeros sacaron la conclusión de que era imposible, habría que haber actuado en consecuencia. En fútbol se dice que cuando no se puede ganar, conviene no perder. En una huelga sucede algo parecido. Si advertimos que el enemigo nos está torciendo el brazo y que no vamos a poder remontar la situación, lo mejor es retroceder en orden, con la menor cantidad de bajas posibles. Se vuelve imprescindible negociar la rendición. Pero hay que hacerlo cuando todavía tenemos fuerzas suficientes para conseguir algo a cambio, para que no se convierta en una derrota completa.
Nos parece que los compañeros tomaron la decisión de levantar la huelga cuando ya era muy tarde. Determinar el momento preciso, en que se debe dar por terminada una medida de fuerza, es una cuestión muy compleja. Hay que esperar el momento de mejor relación de fuerzas a nuestro favor y eso es muy difícil de medir en el fragor de la batalla. Por eso, es un error que podemos considerar entendible. Pero pensamos que hay un elemento adicional que complicó aún más las cosas.
Tanto el PO, como el PTS, que fueron las fuerzas políticas que tuvieron mayor influencia en la dirección del conflicto, son organizaciones que tienen prohibida la palabra “negociación”. La consideran una mala palabra. Por eso, continuaron con el conflicto mucho tiempo después de que en los hechos se había perdido. Aquí se cumplió en gran medida lo que alguna vez señaló Tarcus, citamos:
“Una izquierda que le tiene horror a la palabra negociación muy difícilmente pueda llevar adelante un conflicto. Porque lo impulsa y se sacrifica en el momento heroico de la lucha, pero imposibilita la negociación. Teniendo en cuenta la derrota que se vive, en el retroceso en que estamos, con la desocupación que tenemos, en la crisis que vivimos, se necesitan conflictos que se resuelvan positivamente. Aunque no se consiga el cien por ciento de las conquistas. Hoy los trabajadores no necesitan derrotas heroicas sino victorias parciales. Pero los generales de esta izquierda son los generales de las derrotas heroicas. Yo tengo más confianza en la sensatez de los sujetos sociales que están dentro de los conflictos que en las líneas que bajan las organizaciones.
Cuando las organizaciones políticas capturan a un dirigente, la sensatez de ese dirigente, su experiencia, su credibilidad, su sentido de la solidaridad, se ven mediatizados por esta influencia.
En vez de politizarlo, lo que hace es aislarlo de sus compañeros. En ese sentido, la intervención de la izquierda es negativa. Pongo en la balanza las dos cosas: ponen el cuerpo heroicamente, se bancan la cana, la represión; pero embrutecen el conflicto.”
Cualquier dirigente sindical sensato sabe que la lucha sirve para llegar en mejores condiciones a la mesa de negociación. Ningún trabajador de carne y hueso lucha por el placer de hacerlo, por la lucha en sí misma. Los trabajadores salen a la huelga cuando no encuentran ninguna forma alternativa de conseguir los objetivos, cuando agotaron todos los otros recursos.
Una vez en huelga, los compañeros necesitan divisar un horizonte posible. Cualquier trabajador normal se pregunta ¿cuándo termina esto? ¿Estamos cerca de conseguir lo que buscamos? Los obreros en huelga necesitan ver que sus dirigentes están buscando denodadamente conseguir los objetivos y terminar con el conflicto de una vez por todas. De lo contrario, comienza a propagarse la desmoralización entre los trabajadores, porque no ven una salida posible en un plazo razonable. Los principales dirigentes obreros del Casino no siguieron este camino. En las asambleas, parecían más interesados en continuar eternamente con el conflicto, por el conflicto mismo, en lugar de tratar de resolverlo –concluirlo- favorablemente.
Reflexiones finales
Hemos tratado de señalar algunos errores cometidos por los compañeros que estuvieron a la cabeza del conflicto. Porque nos parece insatisfactoria aquella respuesta que señala como culpables de la derrota a las fuerzas enemigas. ¿Qué otra cosa se puede esperar de la patronal, la burocracia y el gobierno? No pretendemos hacer leña del árbol caído. Muy por el contrario, buscamos reflexionar sobre los errores cometidos, para que no vuelvan a sucederse en el futuro.
Si este escrito sirve para generar un debate acerca de estas cuestiones, habrá cumplido su objetivo.
Fuente: prensadefrente

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