La vida de Raniero III de Mónaco, nacido un 31 de mayo de 1923 como Louis Henri Grimaldi, estuvo marcada por la tragedia y los escándalos, pero también por su cuento de hadas con la actriz estadounidense Grace Kelly, fuente de la notoriedad de su minúsculo Estado.
Heredado en 1949, Raniero transformó su Principado de opereta en una plaza financiera mundial a golpe de ventajas fiscales para grandes fortunas y empresas, y en un tupido bosque de hormigón que ha ido ganado terreno al mar gracias a trabajos hercúleos. Hijo de la princesa Carlota Luisa Grimaldi y de Pierre Melchior, conde de Polignac, fue el trigésimo príncipe de Mónaco, descendiente junto con su hermana Antoinette de la dinastía Grimaldi, después de la compra del señorío de Mónaco, en 1308, por parte del que fuera el primer soberano. Educado en las más reputadas aulas de enseñanza de Inglaterra, Suiza y Francia, donde estudió bachillerato de Letras y Ciencias Políticas en la Universidad de París, Raniero tuvo además una participación militar activa durante la Segunda Guerra Mundial. Su juventud le obligó a alistarse primero como voluntario extranjero en 1944, pero al final de la contienda el Gobierno francés le ascendió a capitán y en 1954 obtendría el rango de coronel del Ejercito francés, además de la Cruz de Caballero de la Legión y la Cruz de Guerra con Estrella de Bronce.
Príncipe de Mónaco a los 26 años
Fue durante la Segunda Guerra Mundial cuando su madre, la princesa Carlota, renunció a los derechos al trono en su favor. El 9 de mayo de 1949, a la muerte de su abuelo, el príncipe Luis II, Raniero se convirtió en el príncipe de los monegascos, con tan sólo 26 años. Subió al trono el 19 de noviembre de 1949 y fue coronado en Montecarlo el 12 de abril de 1950.
Sin embargo, su gran fecha fue el 6 de enero de 1956 cuando anunció su compromiso matrimonial con la actriz norteamericana Grace Kelly, ganadora de un Oscar en 1955, intérprete favorita de Alfred Hitchcock e hija del millonario John Kelly.
Ese fue el respaldo económico que permitió a Raniero hacer una política inmobiliaria capaz de convertir al pequeño Principado en un paraíso turístico, fiscal y financiero para millonarios y famosos de la élite internacional y del deporte del automovilismo.
Boda de cine
Raniero y Grace se casaron el 19 de abril de 1956 en la Catedral de San Nicolás de Mónaco, en una ceremonia a la que asistieron las personalidades más destacadas de la política y del espectáculo, un avance de lo que sería la vida de este príncipe y de su familia, acumuladores de millones de páginas de la prensa del corazón.
El 23 de enero de 1957 nació la princesa Carolina Luisa Margarita. Un año después lo hacía el príncipe Alberto, el heredero, y el 14 de marzo de 1965 llegaba al mundo la menor de la familia, la princesa Estefanía María Isabel.
La vida personal de Raniero se truncó el 14 de septiembre de 1982, cuando la princesa Grace moría en un accidente de automóvil y terminaban 26 años de convivencia conyugal.
Sin embargo, en esos años, con el prestigio de los Grimaldi, el dinero de los Kelly y la larga sombra de su Casino de Montecarlo, Raniero modernizó su Principado hasta convertirlo, en 1962, en un Estado con una monarquía constitucional y sentarlo en las Naciones Unidas, en 1993, como el país miembro 184, y posteriormente también en el Consejo de Europa.
Gran hombre de negocios
Raniero se convirtió a sí mismo en un gran hombre de negocios de su propio Estado sostenido por las inversiones inmobiliarias, las actividades financieras, derivadas de las ventajas fiscales, y la actividad de la Sociedad de Baños del Mediterráneo, SBM, en la que participa la familia Grimaldi. Esta sociedad explota los casinos, hoteles y otras instalaciones turísticas del Principado, además de gestionar asuntos inmobiliarios. Raniero ha gobernado Mónaco como si fuera una empresa, lo que ha contribuido al apodo de "El Patrón" que le dieron los monegascos agradecidos, y pasa a la historia como el príncipe constructor de un micro-Estado, conocido como "La Roca", que ha conquistado un 20% de su superficie al Mediterráneo.
Entre sus escarceos financieros destaca, en la década de los sesenta, su pulso con su socio el magnate griego Aristóteles Onassis sobre los beneficios del Casino, que les llevó a los tribunales en 1964 con un fallo favorable a Raniero. También se enfrentó políticamente con Francia, cuando quiso que Mónaco pagara los mismos impuestos que los franceses y se originó una gran tirantez entre ambos Estados hasta el extremo de que en 1962 Charles de Gaulle decretó desde París el práctico bloqueo diplomático del Principado.
Fuente: http://www.cincodias.com
miércoles, 8 de agosto de 2007
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