USA - Las Vegas - Después del frenesí constructor de los últimos cinco o seis años, parece que las luces de neón de Las Vegas han perdido su brillo.
Y es que atrás ha quedado la transformación inmobiliaria de la ciudad; ahora, los casinos se afanan en sobrevivir, luchando contra el poco crecimiento mediante el recorte de gastos.
En el pasado, Las Vegas había conseguido pasar prácticamente sin despeinarse por las épocas de crisis, pero en los últimos tiempos se ha vuelto más dependiente del turismo de hotel y restaurante, más que de los jugadores que llegan, apuestan y se van.
"El antiguo modelo de crecimiento de la ciudad ha sido arrojado por la ventana", señala Jim Murren, consejero delegado del mítico MGM Mirage, en declaraciones a Wall Street Journal. No es el único que lo piensa. De hecho, la mayoría de directivos de casinos no esperan que haya ninguna gran construcción en la ciudad durante los próximos diez años.
Hagan sus apuestas... a golpe de deuda
Durante gran parte de esta década, las salas de juego se embarcaron en una expansión a golpe de endeudamiento, destinando más de 30.000 millones de dólares a proyectos inmobiliarios en Las Vegas y sus alrededores. Cuando estalló la crisis, los casinos se encontraron de repente con unos beneficios menguantes y unas enormes montañas de deuda. Muchos se declararon en bancarrota.
El MGM Mirage, sin ir más lejos, se pasó los últimos años planificando la construcción de un complejo de hotel y casino, el City Center, que ha costado 8.500 millones de dólares y se espera que abra sus puertas a finales de este año. Sin embargo, todo apunta a que éste será su último proyecto durante muchos años, ya que ha anunciado que, en el futuro, va a adoptar una estrategia mucho más conservadora y tratará de captar clientela y distribuirla en los establecimientos con los que ya cuenta, según Murren.
Este nuevo planteamiento choca frontalmente con la filosofía de estos gigantes del juego, que siempre han basado en la apertura de nuevas salas y hoteles el grueso de sus ingresos. "Es como el dilema del parque temático: tienes que construir siempre otra montaña rusa, porque a todo el mundo le gusta ir, pero tienes que darles motivos para que tengan ganas de visitarte una y otra vez", afirma Robert LaFleur, analista de la firma Susquehanna Financial Group.
Fuente: El Economista
martes, 6 de octubre de 2009
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