miércoles, 28 de octubre de 2009

Fraude en los juegos de azar, un golpe de mala suerte

Colombia - Cali - Las autoridades revelan que el 20% del total de la venta de los juegos de suerte y azar que se realiza en el Valle es ilegal.
Como no pagan derechos de exportación, dejan de entregar unos $4.500 millones en recursos para la salud del departamento.
En Cali existen unas 8 bandas de falsificadores de lotería y 22 rifas ilegales diarias. $4.500 millones en impuestos pierde el Valle por este delito.
A pesar de que se ganó la lotería, la suerte no estuvo de su lado. Puede jurar por su mujer, su hijo, sus hermanos, y el de arriba, que la serie que escuchó en la radio era la misma que tenía arrugada en su puño. No se equivocó en el número que compró de buena fe sino en el lotero malintencionado que le vendió un billete falso, y la falsa fortuna de haberse ganado mil millones de pesos.
Pobre rico
El engaño le duró seis horas. Carlos Alberto Betancourt agradece a Dios que fue prudente y no hizo una fiesta en el barrio, sólo se atrevió a decirle a un familiar que creía “que había salido de pobre” y juntos llegaron hasta la Beneficencia de Antioquia para reclamar el premio ‘gordo’ que ya en el camino habían repartido: “Para la operación de los ojos que necesita mi hermano mayor, para la casita que tanto se merece mi esposa...”.
El pasado 22 de septiembre el frustrado millonario entendió que había escogido el número correcto: 8328, la serie: 115, y la lotería: Cruz Roja; pero lastimosamente al vendedor equivocado: un lotero ambulante del centro de Medellín al que desde entonces ha buscado sin éxito para hacerle el reclamo.
¡Qué mala suerte!
No le puede echar la culpa al destino, es la mano del hombre tras las redes de falsificadores que manipulan los billetes de loterías para enganchar a incautos que, como él, confían en que un milagro les cambie la vida.
Pero más poderosa que la ley divina parece ser la del dinero fácil. Las autoridades han detectado en todo el país dos modalidades utilizadas por los delincuentes para engañar la suerte: fotocopiar el billete a color para vender el duplicado o ‘lavarlo’, es decir, borrarle la fecha o la última cifra para cambiárselas.
La primera fue la trampa en la que cayó Betancourt, quien hasta entonces nunca se había detenido a revisar el boleto comprado.
La segunda modalidad consiste en tomar un billete viejo, pero con el mismo número del reciente ganador para cambiarle la fecha y poder cobrarlo. O sencillamente borrar las últimas cifras para actualizarlas con las ya ‘cantadas’ y así reclamar el pago por las aproximaciones.
Fuentes oficiales señalan que semanalmente, en Cali alrededor de cinco premios se intentan cobrar por medio de esta modalidad. Esto representaría sólo el 00.1% del total de los billetes en circulación (cada semana se ponen en juego un millón de números), pero a la larga equivale a un puñado de personas asaltadas en su buena fe, aunque no se descarta que en algunos de los casos la supuesta víctima termine siendo el mismo avivato que adulteró la fracción.
Se estima que detrás del negocio existen en la ciudad unas siete u ocho bandas de falsificadores de lotería que operan en su mayoría en el Centro. Hace un año, en la Carrera 3 con Calle 12, en el barrio San Pedro, un hombre fue capturado con decenas de billetes falsos para la venta. Hoy en día se ha detectado que una de las imprentas ilegales se encuentra ubicada en un edificio del barrio San Nicolás.
Debido a los controles de seguridad, se cree que los boletos no son sacados de la ciudad y, por tanto, no hay una interacción entre las redes que funcionan en las diferentes capitales del país. En Cali, según las autoridades, cada banda opera de forma independiente y de la mano de un determinado grupo de vendedores ambulantes. Algunos, loteros no acreditados que a conciencia se dedican a vender los billetes adulterados, ‘nómadas’ por elección para evitar que sus víctimas los identifiquen. Siempre se están moviendo de Norte a Sur, de Oriente a Occidente, frente a centros comerciales u hospitales, engañando ciudadanos.
De acuerdo con la Beneficencia del Valle, en el departamento existen alrededor de 21 distribuidores de lotería y en Cali, 10.
También están los loteros incautos que, como sus clientes, no sospechan de la trampa. De acuerdo con información oficial, éstos son tentados con un porcentaje mayor de ganancias.
Mientras un lotero carnetizado (con licencia otorgada por la Beneficencia del Valle para vender lotería) recibe un 20% de ganancias sobre lo vendido, a los distribuidores ilegales les endulzan el oído hasta con un 40%.
Julio César Rivas, gerente (e) de la Beneficencia del Valle, explica que un billete falso tal vez puede pasar inadvertido ante el vendedor o cliente desprevenido, pero no ante los controles de seguridad establecidos por Assenda de Carvajal, empresa que ganó la licitación para la fabricación de los mismos. Y de detectarse alguna irregularidad en el código de barras, el afortunado pierde su derecho a reclamar el premio y regresa a su casa, a su vida, sin el milagro materializado.
Las loterías, por supuesto, no tienen la obligación de pagar por un billete falso y cual triángulo amoroso, en las trampas del juego siempre queda un perdedor. Sin embargo, asegura Rivas, “esta situación no sólo perjudica al cliente que no recibe el dinero sino a nosotros, que, más allá de billetes de lotería, vendemos confianza. Por ejemplo, en la misma semana que ocurrió el caso de la Cruz Roja, indirectamente las ventas bajaron un 3%”.
Es por eso que el funcionario insiste en la importancia de que los apostadores sean cautelosos y compren la lotería en lugares reconocidos y a loteros acreditados.
Del azar sólo le quedó el cansancio
Las autoridades también le siguen el rastro a las llamadas rifas de perifoneo que se extienden rápidamente por la capital del Valle como un secreto a voces para atraer el dinero.
Éstas se han convertido en otra artimaña de inescrupulosos para estafar a quienes creen ciegamente en los juegos de azar. Se calcula que actualmente en Cali existen unas 22, en cada comuna de la ciudad, que ofrecen premios diarios de uno o hasta cinco millones de peso por tan sólo mil pesitos, que es lo que cuesta la boleta.
*Pedro creyó en ellas. Cómo no confiar, si todos sus vecinos la compran, si a diario pasan vendedores gritando por el megáfono lo fácil que es ganar, incluso, acompañados de la prueba indiscutible de su supuesta legalidad: un hombre sonriente al que exhiben como el afortunado ganador.
El caleño creyó en ellas día tras día, se volvió comprador fiel, hasta que vivió en carne propia el engaño.
Cuenta que una mañana de este mes compró un boleto al norte de la ciudad y en la noche se enteró de que con la serie escogida se había ganado tres millones de pesos.
Rebosando alegría, se imaginó “pintando la casita para Navidad, comprando algunos regalos, pagando esos recibos que tenía quedaditos”. La emoción se transformó cuando se dirigió a la dirección que dice en el boleto, un edificio ubicado en la Plaza de Cayzedo, para reclamar su premio.
“Lo primero que me dijeron es que era imposible que me lo hubiera ganado porque la serie que tenía nunca había salido de la casa, que no se había vendido, y por eso el billete tenía que ser falso”. Entonces trató de encontrar al vendedor, pero asegura que por el barrio no ha vuelto a pasar, que siempre ve a una persona diferente ofreciendo la misma rifa.
Lo que ignora el incauto comprador es que por medio de La Ley 643 del 2001 se fija el régimen propio del monopolio rentístico de juegos de suerte y azar en Colombia y además se le otorga a las alcaldías municipales la competencia para expedir los permisos de operación de las rifas en su jurisdicción.
No obstante, de acuerdo con la Secretaría de Gobierno de Cali, hasta la fecha en la ciudad no se ha tramitado ninguna autorización. Una fuente oficial explica que son muchas las solicitudes que llegan a la dependencia, pero cuando descubren lo estricto y oneroso del negocio, no vuelven.
“Para funcionar legalmente deben pagar impuestos por más del 14% de los ingresos brutos, una garantía de cumplimiento con una compañía de seguros, realizar sólo una rifa al año y entre otras cosas, abstenerse de sortear bienes usados y premios en efectivo. Por eso no les resulta rentable, prefieren la vía de hecho y así los tenemos en todos los barrios promocionando a diario las rifas”.
Se calcula que el 80% de las rifas de perifoneo que circulan en la ciudad son ilegales, pues ofrecen a diario dinero, sin el debido permiso de la Administración Municipal. Este año, diez han sido cerradas por evasión de impuestos e igual número de capturas se han registrado por el delito de ejercicio ilícito de una actividad monopolística.
Y aunque hace cuatro meses dos personas fueron capturadas por promover el llamado Gana Loco y el negocio aparentemente llegó a su fin, algunos ciudadanos denuncian que ese sorteo se sigue comercializando en los alrededores de las galerías Santa Elena y el barrio Porvenir. Es que mensualmente a las autoridades son trasladadas un promedio de tres quejas de caleños que dicen haber sido estafados por las llamadas rifas de perifoneo.
Aún así, hay cientos de apostadores que siguen creyendo en un milagro, que no pierden la fe porque han visto con sus propios ojos a los ganadores que suben en los carros para promocionar las rifas. O, en el mejor de los casos, conocen a alguien que ha ganado. Pero así funciona el negocio, advierten las autoridades: dejan ganar a unos pocos para no levantar ninguna sospecha.
Éste no fue el caso de Pedro. El caleño no sólo vio ‘volar’ los tres millones que no tenía y que tanta falta le hacían, sino que en medio del derroche de felicidad le pidió $20.000 prestados a su hermana para coger un taxi que lo llevara sin desperdiciar tiempo “a cobrar la platica”. Del azar sólo le quedó el cansancio. Perdió un premio, ganó una deuda más.
Datos claves
Se calcula que la venta mensual del chance en Cali es de $13.750 millones, de los cuales $1.700 millones son transferidos para la salud.
En todo el territorio colombiano circulan un total de 18 loterías. Todas éstas se venden en el departamento del Valle del Cauca.
Algunas rifas ofrecen mercados, electrodo- mésticos o carros para confundir a las autoridades, pero se ha detectado que finalmente entregan los premios en efectivo.
La Ley 643 del 2001 excluye del pago de impuestos a las rifas de carácter familiar, social o de organizaciones como los Bomberos voluntarios.
El 20% de las rifas podría representar sorteos con sucursales en diferentes ciudades del país y con autorizaciones emitidas por las autoridades departamentales donde se crearon.
Recomendaciones
•Lotería: compre los billetes en establecimientos públicos fijos y evite a los vendedores ambulantes.
•Cuando prefiera hacerlo a través de un lotero, asegúrese de que esté acreditado por la Beneficencia. Exija el carné y confirme que siempre trabaje en la misma zona.
•Uno de los trucos para identificar los billetes de lotería falsos es sobar una especie de estrella dibujada al margen izquierdo. Si ésta no cambia de color, significa que el boleto está alterado.
•Chance: Recuerde que la venta manual está prohibida. Sencillamente sólo compre en lugares que tengan el sistema electrónico.
La manipulación del chance manual
Pese a que a partir del 16 de mayo de este año la venta de chance se sistematizó, las autoridades revelan que en algunos sectores de la ciudad se continúa comercializando de manera manual.
Además de atentar contra los derechos de los recursos para la salud de los vallecaucanos, por la evasión de los impuestos, quienes siguen esta modalidad de apuesta se exponen a posibles estafas en caso de que la suerte toque a su puerta. Mensualmente, las autoridades atienden al menos una persona que dice haber sido estafada con esta modalidad.
En la región existen cinco concesionarios autorizados para la comercialización de este juego (Azar, Apuestas S.A., Palmira S.A., Apuestas Unidas del Pacífico y Gane), los cuales funcio-
nan desde hace cinco meses sólo con el sistema electrónico.
Esto quiere decir que quienes venden chance manual no están registrados por la Beneficencia del Valle y por tanto su actividad se entiende como ilegal.
Las autoridades han detectado que especialmente en las galerías o las plazas de mercado de la ciudad es donde más se ofrece este tipo de apuestas ilegales. Así como en sectores como Alto Siloé y el Jarillón. Aunque algunos operan igual que las apuestas sistematizadas, es decir con las diferentes loterías, la mayoría tienen sus propias balotas.
“Hemos encontrado en los barrios que hacen los sorteos en cualquier lugar, ante la vista de todos para supuestamente dar fe de su transparencia, pero la verdad es que se presume que adulteran las balotas o hacen otra trampa”, dice una fuente oficial.
Fraude a derechos de explotación
De acuerdo con información oficial, el 20% del total de las ventas de juegos de suerte y azar que se realizan en el Valle del Cauca es ilegal. En pesos, esto quiere decir que alrededor de $4.500 millones dejan de ser percibidos por el Departamento, defraudando los recursos que deben ser destinados para la salud de los vallecaucanos.
A través de la Ley 643 del 2001 se fija el régimen propio del monopolio rentístico de juegos de suerte y azar, y en el Artículo 3 se describen los principios que rigen la explotación, organización, administración y operación de los mismos.
•Lotería (Artículo 12)
Los derechos de explotación correspondientes a la operación no podrán destinarse para cumplir gastos de funcionamiento y deberán ser girados al correspondiente Fondo de Salud dentro de los primeros diez días hábiles del mes siguiente a la realización del juego.
•Chance (Artículo 23)
Los concesionarios del juego de apuestas permanentes o chance pagarán mensualmente a la entidad concedente a título de derechos de explotación el 12% de sus ingresos brutos.
•Rifas (Artículo 30)
Las rifas generan derechos de explotación equivalentes al 14% de los ingresos brutos. Al momento de la autorización, la persona gestora de la actividad deberá acreditar el pago de los derechos de explotación correspondientes al 100% de la totalidad de las boletas emitidas.
El pago de los derechos de explotación se ajustará al total de la boletería vendida.
Fuente: El País

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