USA - El estado podría beneficiarse de los juegos ilícitos que pululan en Dallas.
Detrás de una ventana de espejo, una barrera metálica y varias cámaras de vigilancia, un grupo ilegal de Texas Hold 'em estaba reunido en torno a una mesa de fieltro un jueves por la noche en el interior de una tienda del noreste de Dallas, sosteniendo cartas y arrojando fichas bajo incandescentes luces fluorescentes.
Los jugadores tienen poco en común aparte de su afición por el póker, y el riesgo que todos corren jugándolo.
Los siete días de la semana, 12 horas por noche, ellos y cientos de jugadores más se reúnen en discretos centros comerciales y en casas privadas de lujo en Dallas para aventurarse en ilegales juegos de póker con la esperanza de ganar.
Pero conforme pasa el tiempo las circunstancias se vuelcan en su contra. Los operativos de la policía en salones de póker están amenazando con echar abajo la fama de Dallas como el centro de póker clandestino más lucrativo del estado.
Por otro lado, los cientos de salones de póker ilegales que hay en la ciudad –que pueden ganar 3,000 dólares en una noche– se han vuelto blancos fáciles de los asaltantes.
Pero los amantes del póker no están dispuestos a rendirse sin dar batalla. Proponentes de legalizar el póker en Texas están impulsando un proyecto de ley en esta sesión legislativa para regular esta actividad que, afirman, daría dividendos al estado y les permitiría a ellos jugar a gusto.
Los agentes de la iniciativa alegan que Texas se está perdiendo de un auge financiero. Cada semana, cientos de miles de dólares cambian de mano sin pagar impuestos en Dallas y otras ciudades de Texas, constituyendo así una lucrativa economía clandestina.
Con la legalización del póker habría más seguridad, afirman, pues los asaltantes saben que sus víctimas llamarán a la policía.
"Uno no sabe en qué juego se está metiendo. Podría ser un juego con trampa, podría haber colusión. Podría haber incluso armas", argumentó Mike Lavigne, director en Texas de la Alianza de Jugadores de Póker nacional.
"El proyecto de ley da seguridad a los jugadores para jugar limpio".
Pero los oponentes de los juegos de azar aducen que la legalización del póker abriría las puertas de los hipódromos y canódromos a los casinos y máquinas tragamonedas, aparte de que no reducirían el número de salones de juego clandestinos. Creen que los jugadores seguirían operando ilegalmente con tal de no compartir sus ganancias con el estado.
"La verdad de las cosas es que un proyecto de ley como este sería difícil de limitar al póker, porque se presta a una categoría más amplia de juegos de azar", dijo Suzii Paynter, directora de la Comisión Cristiana Bautista por la Vida en Texas.
"Es una bandera bajo la que se querrán cobijar intereses más grandes".
Nada en el salón de juego parece peligroso. No hay drogas ni armas a la vista.
El único abuso de sustancias es de cafeína y nicotina... cigarros para los nervios y tabaco para masticar.
Es fácil olvidar las circunstancias subversivas hasta que el operador del salón apunta a su monitor de vigilancia y la cortina metálica que protege a los jugadores e impide el paso de delincuentes y policías.
Mike, el jovial hombre maduro que dirige el salón y es diestro en el juego, no corre riesgos.
Revisa los antecedentes de sus jugadores y les pide que lleven un recibo de algún servicio público para confirmar su identidad.
Mike tiene licencia para portar armas, dice autoritario y también en un tono de no muy velada advertencia.
"Los rateros han derribado paredes y golpeado a gente nuestra", dice Mike, quien no quiso revelar su apellido. "Ninguna medida de prevención está de más".
Bajo las leyes texanas para juegos de azar, no es ilegal jugar póker, y ni siquiera jugarlo en casa por dinero; pero una vez que la casa o el operador obtiene ganancias, el juego se vuelve ilegal, siendo éste un estatuto difícil de hacer cumplir y que implica un delito menor.
Hace dos años el círculo del póker clandestino en Dallas era uno de los más dinámicos del país, dicen los propios aficionados.
Jugadores de categoría nacional se reunían en exclusivos rascacielos en sesiones donde se manejaban grandes sumas de dinero, mientras que en locales de centros comerciales y edificios industriales se realizaban torneos competitivos donde no circulaban tantos dólares.
Pero a medida que aumentó la atención en ellos, empezaron las quejas y la policía intervino.
Entre el 2006 y el 2007, la policía de Dallas allanó 10 salones de póker, arrestó a 270 personas e incautó casi 113,000 dólares.
El operativo hundió más en la clandestinidad a los jugadores de póker, pero también llamó la atención de los ladrones, quienes se dieron cuenta de que había dinero a su disposición.
Los operadores de póker dicen que a raíz de los operativos de la policía, grupos de jugadores fueron blancos de atracos a mano armada, algunos con lujo de violencia.
"A veces, cuando una cosa es ilegal y se comete otro acto ilícito, los afectados son renuentes a denunciarlo", dijo el subjefe Easterling, supervisor de la división de narcóticos y vicios de la policía.
"Tendrían que decirle a la policía que andaban metidos en un asunto ilegal".
"Se puede convertir en un negocio delictivo, que es algo que no queremos que pase", dijo Dan Michalski, editor y fundador del blog especializado Pokerati.com.
"Cuando uno desempeña algo legalmente cuestionable y tiene que irse a la clandestinidad, empieza a atraer a personas que quieren hacer dinero de manera indebida".
El proyecto de ley en Texas, redactado por el representante José Menéndez, demócrata por San Antonio, instruiría a la Comisión de Lotería de Texas para expedir permisos de póker a locales autorizados, y limitaría la cantidad de mesas que pueda tener un operador.
Su negocio sería gravado según sus ingresos y tendría que pagar cuotas de tramitación y permiso, pero podría cobrar cuotas por manos de póker o compra de fichas.
Fuente: Emily Ranshaw - The Dallas Morning News.
martes, 27 de enero de 2009
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