Bolivia - En los últimos años se ha producido una proliferación sin precedentes de salas y casas de juego de azar en casi todas las ciudades, pero sobre todo en las del denominado eje central de Bolivia (La Paz, Cochabamba y Santa Cruz), sin que existan normas legales claras que reglamenten su funcionamiento.
Así, el negocio de los juegos de azar ha crecido y se ha extendido de manera tal que esas casas se cuentan por decenas, si no por centenares, principalmente en las dos urbes más importantes de Bolivia; es decir en Santa Cruz y en La Paz. Lo más grave del asunto es que la mayoría de ellas, si no todas, funcionan sin ningún tipo de autorización legal y, en consecuencia, sin la necesaria supervisión de una autoridad estatal.
No está demás recordar que ese tipo de actividad, que ha estado prohibida por Ley, en el pasado estuvo unas veces vinculada a propósitos ilícitos, como el lavado de dinero, o al tráfico de influencias que ejercían grupos políticos vinculados a los más altos círculos del poder.
Con esos antecedentes, habría que preguntarse qué está sucediendo hoy en nuestro país para que estemos asistiendo a un verdadero boom de los juegos de azar. ¿Quién autoriza, reglamenta y supervisa su apertura y funcionamiento? ¿Quién garantiza que, en medio, no existan propósitos ilícitos ni ilegales? ¿Cómo se regula la transparencia de la propiedad y administración de esos establecimientos? ¿Se habrán preocupado las autoridades de los efectos perniciosos de la irrestricta propagación de casas de juego en los hogares bolivianos y, principalmente, en los menores de edad? El Gobierno no tendría que dejar pasar más tiempo sin dar respuesta a esas y otras interrogantes, y sin establecer normas y reglamentaciones estrictas y rigurosas para el funcionamiento de las salas de juego. Lo contrario no hace sino despertar toda clase de sospechas y especulaciones.
Los Tiempos
miércoles, 2 de diciembre de 2009
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