martes, 17 de julio de 2007

Liz Renay

Washington, Estados Unidos - Liz Renay, que murió el pasado 22 de enero en un hospital de Las Vegas de derrame gástrico, fue novia de un gángster, ex convicta, escritora, pintora, stripter, streaker del Hollywood Boulevard, actriz y pofesora en una academia de buenos modales. Tenía ochenta años.
En 1959, fue condenada por perjurio durante el juicio federal por evasión de impuestos de su amigo el mafioso Mickey Cohen. Condenada a tres años de prisión, a los 27 meses fue dejada en libertad, por buena conducta."Estoy segura que lo que destruyó mi carrera fue Terminal Island", dijo una vez sobre la cárcel de baja seguridad de California. "Podría haber sido una gran estrella, si no hubiese ido a la cárcel".
Su apreciación de su potencial era indudablemente exagerado, como casi todo lo demás de esta principiante que se fanfarroneaba de sus medidas. Una vez ganó un torneo de look-alikes de Marilyn Monroe, patrocinado por los estudios de Twentieth Century Fox.
Su carpeta actoral consistía de papeles en películas como ‘The Thrill Killers', ‘Interlude of Lust' y su último largometraje, de 2002, ‘Mark of the Astro-Zombies'.
El director John Water fue responsable de su papel mejor recordado como Muffy St. Jacques en ‘Desperate Living' (1977) "la asesina de la comida para perros". Ese papel le exigió asfixiar a una niñera dopada en Alpo.
Su status de culto ya lo había ganado. Apareció en el libro ‘American Tabloid', del escritor de novelas policiales James Ellroy. Escribió un libro sobre consejos cosméticos y varias memorias, publicadas por Lyle Stuart, incluyendo ‘My Face for the World to See' y ‘My First 2,000 Men'.
Pearl Elizabeth Dobbins nació el 16 de abril de 1926 en Chandler, Arizona, sobre lo que solía señalar que era el mismo año de nacimiento de Monroe. Para angustia de sus padres evangélicos, trató de triunfar como bailarina y modelo de sujetadores en Las Vegas.
En 1950 se convirtió en figura por una escena cinematográfica rodada en Phoenix. Su precoz conducta en el plató le ganó un reportaje fotográfico de cinco páginas en la revista Life, titulada ‘Pearl's Big Moment'. Para entonces, se había casado dos veces y tenía dos hijos.
Se hizo camino a Nueva York vía Washington; su marido trabajaba para la Casa de Moneda norteamericana. Trabajó como modelo de Fred y como stripter en clubes repletos de personajes del hampa. Salió con Tony Coppola, un guardaespaldas del jefe de Murder Inc., Albert Anastasia.
En 1957, se marchó a Hollywood y conoció a Cohen, que la ayudó a encontrar actuaciones para la televisión. Ganó mil dólares por responder correctamente preguntas sobre el programa de televisión de Groucho Marx, ‘You Bet Your Life'. También trabajó en una academia de buenas maneras.
En general, se la veía en fotos de tabloides compartiendo miradas íntimas, -y, una vez, un helado de crema- con Cohen. Fue también una notoria presencia en juicios por asesinatos entre mafiosos y un caso de evasión de impuestos contra Cohen, que fue acusado de lavado de dinero a través de ella. Ella se negó a declarar contra su marido.
En la cárcel, escribió un libro de memorias, empezó un grupo de teatro que montó ‘Terminal Island Follies' y enseñó a pintar al óleo a otras reclusas.
Tras su puesta en libertad, encontró un nicho haciendo de madama en películas de explotación, algunas pornográficas. Como un truco publicitario en 1974 corrió desnuda por el Hollywood Boulevard a mediodía.
Atrajo a multitudes y también al despacho del fiscal de la ciudad, que la acusó de exhibición indecente y de ser intencionadamente lasciva.
Fue absuelta por un jurado de ocho hombres y cuatro mujeres. Un jurado le pidió un autógrafo "para su hijo de quince". Entretanto, la striptisera Jennie Lee, que empezó un Exotic Dancers Hall of Fame, colocó a Renay en su lista de las diez bailarinas más desvestidas.
En el juicio, su abogado distribuyó fotografías del ‘sitio del suceso' para promocionar el acto burlesco de Renay.
Renay alentó a su hija Brenda, a unirse a ella en las tablas.
Siguieron trabajando juntas hasta que Brenda se suicidara en 1982, en su cumpleaños número treinta y nueve.
Los siete matrimonios de Renay terminaron en divorcio. Deja un hijo de su segundo matrimonio, con John McLain, de Sierra Vista, Arizona.
A continuación publicamos parte de una de sus últimas entrevistas.
Liz y su ciudad del alma
Las Vegas - Liz Renay es una de las mujeres más bellas de la historia del cine y un icono de Las Vegas. Su libro “My Face For The World To See”, reeditado recientemente, ha pasado a la historia como una de las autobiografías más interesantes e inusuales escritas por una estrella cinematográfica, y entre sus películas figuran títulos legendarios como “Desperate Living”, “Peeper” o “The Thrill Killers”. Liz es admirada además por todo tipo de estrellas rockeras: desde los Cramps hasta Miss Guy (Toilet Boys) o Inger Lorre.
Siempre me has comentado que Las Vegas es tu ciudad favorita...
“Tengo tres ciudades favoritas y Las Vegas es la que más me gusta. No me gustaría vivir en ningún otro sitio. Mis otras dos ciudades favoritas son Hollywood y NYC. He vivido algunos períodos también en Hollywood y NYC. La verdad es que adoro Hollywood, pero acabé viviendo en Las Vegas cuando me casé con mi peor marido y me trasladé aquí. Si no viviese en Las Vegas, probablemente elegiría Hollywood, porque tiene más cosas que me atraen que NYC, aunque por supuesto ahora mismo me gustaría poder estar en NYC, para ver la nueva obra musical de John Waters, la versión teatral de ‘Hairspray’. Ha sido un enorme éxito. Siempre supe que John llegaría a ser muy grande. Cuando le conocí era sólo un director independiente, pero me di cuenta del talento que tenía. He trabajado con gente muy grande, ya sabes, proyectos como ‘Peeper’ con Natalie Wood y Michael Caine, y cosas así, pero John es el mejor director con el que he tenido oportunidad de trabajar. John es un director único. Es además un tipo muy artístico, ya sabes que él también pinta”
Volviendo a Las Vegas, ¿por qué te gusta tanto esta ciudad?
“Es una ciudad muy excitante. Por ejemplo, quizá estoy una noche pintando hasta las cuatro o las cinco de la mañana, y si de pronto necesito algo, puedo salir y comprarlo. Eso no sucede en Hollywood ni en New York.
Me encanta también jugar toda la noche, y al salir del casino por la mañana, cuando ya luce el sol, poder ver los neones todavía encendidos. Esta ciudad está viva día y noche. En mi canción ‘Las Vegas’ precisamente hablo de eso: de cómo el sol y el neón se fusionan”.
¿Qué opinas de la evolución de Las Vegas desde los 50’s hasta ahora?, ¿piensas que ha cambiado mucho?
“Oh Dios, desde luego. Ha cambiado tanto que es increíble. Recuerdo que cuando vine a Las Vegas por primera vez me gustó mucho el hecho de que no hubiese casi tráfico. A diferencia de NYC o L.A., aquí en Las Vegas podías ir a cualquier parte con el coche sin encontrar atascos. Eso hace tiempo que cambió, ahora el tráfico es casi tan intenso como en L.A. Esta es una ciudad que todo el mundo elige para pasar unos días de vacaciones, porque es una fiesta continua, y la población se ha triplicado, ya no es la pequeña ciudad que yo conocí hace años. Los cambios que se han producido en Las Vegas me agradan y me desagradan al mismo tiempo. Adoro todas las nuevas cosas fabulosas que han hecho, pero echo de menos algunas de las cosas antiguas. Antes había muchos pequeños casinos que me gustaban mucho, y solía tener más suerte allí que en los casinos grandes. Pero por desgracia han derribado la mayoría de ellos, incluso han tirado abajo algunos casinos grandes que adoraba, como el Sands. ¡Se están cargando todos mis casinos! (Risas) ¡No paran de destruir cosas! A mí me gustaban esos pequeños lugares perdidos, eran sitios donde podías esconderte y nadie lograba encontrarte. (Risas) ¡Ni siquiera mis novios eran capaces de encontrarme en esos pequeños casinos! (Risas) También había lugares muy románticos que han desaparecido y que echo de menos, pero entiendo que han tenido que derribarlos para crear todos esos casinos enormes y fantásticos. El problema de los nuevos casinos es que no tienen esa intimidad que encontrabas en los antiguos”.
Toda la gente que he entrevistado y que conoció Las Vegas en los 50’s y 60’s, echan en falta el glamour de aquella época.
“Oh, por supuesto. Y cuando yo llegué aquí por primera vez, aún había gangsters, algunos de ellos eran amigos míos y me llevaban a todas partes. Iba a lugares como el Caesar’s Palace y no tenía que pagar nada, porque era novia de Mickey Cohen. También podía entrar y salir cuando quería del Las Vegas Country Club. Yo salía con toda esta gente de la Mafia y podía ir a cualquier parte gratis. Lo triste de todo esto fue que al final tuve que ir al funeral de cada uno de ellos. Cuando llegas a la edad que yo tengo y no mencionaré, aunque te niegues a aceptarlo y te sientas joven, como me pasa a mí, y hagas lo que hace la gente joven, ¡todos tus amigos se mueren! (Risas) Todos los tipos que conocía en aquella época eran mayores que yo. Yo tenía veinte años y ellos pasaban de los cuarenta o los cincuenta. El único funeral al que no acudí fue el de Mickey Cohen, y una de las razones por las que preferí no ir, aparte de que no quería atraer la atención de la prensa, fue porque acababa de casarme con un tipo que era terriblemente celoso, ¡y no quería que fuese al funeral de Mickey por celos! Eso fue algo increíble, ¡tenía celos de un hombre muerto! Aquel marido mío terminó volviéndose loco, ya que era alcohólico y empezó a tomar una medicación que le hizo perder la cabeza. En una ocasión me persiguió por todo el barrio gritando que me iba a arrancar la nariz de un mordisco, ¡y para mí perder mi nariz habría sido mucho peor que si hubiese cogido una pistola y me hubiese dicho: ‘Voy a matarte’! (Risas) Yo pensé: ‘¿Qué voy a hacer sin mi nariz?’. (Risas) Aquél fue el peor de todos mis maridos. Sólo hubo otro marido casi tan horrible como él, aunque a diferencia de éste, aquel marido no se volvió loco al cabo de un tiempo, ¡sino que ya estaba loco cuando le conocí! (Risas) Ojalá me hubiese dado cuenta de su locura. Yo pensaba que era un tipo genial hasta que me dio en la cabeza con una botella y casi me mata. (Risas) No soy buena reconociendo si alguien está loco, ¡porque yo misma estoy un poco loca! (Risas) Me cuesta darme cuenta de que alguien está totalmente loco, en lugar de estar temporalmente loco, como es mi caso. Mi locura aparece sólo de vez en cuando”. (Risas)
Retomando el tema de Las Vegas, ¿cuales son tus juegos favoritos en los casinos?
“Oh, Dios mío, ¡esto va a sorprenderte! Me gusta el Baccarat, para el que se necesita tener mucho dinero si quieres jugar; adoro ese juego, pero sólo puedo jugar de vez en cuando, porque puedes perder una fortuna en un instante. Aparte de eso, mi juego favorito es el que resulta más difícil de ganar, la ruleta. Suelo tener mucha suerte en la ruleta, porque uso mi viejo sistema y funciona. Un día tenemos que ir a jugar juntos y te explicaré en qué consiste mi sistema. Con mi sistema no te haces rico rápidamente, no funciona así, pero si tienes paciencia, terminas ganando. No sucede siempre, por supuesto, no hay ningún método infalible, pero yo gano más veces que pierdo. Suelo pasar dos o tres horas jugando cada vez, y si tengo suerte es fácil que termine llevándome 600 dólares. Cuando no tengo tanta suerte, igualmente gano algo, por lo general 100 dólares. Y considero que dos o tres horas de mi tiempo valen mucho más que 100 dólares, pero, ya sabes, disfruto jugando, es algo que me relaja mucho. El año pasado hice cálculos de mis ganancias y pérdidas en los casinos, y había ganado 12.000 dólares en total, contando las pérdidas. Lo bueno de jugar es que no se trata sólo de ganar, sino que es un juego muy social. Conocí a mi marido más rico en una mesa de ruleta. (Risas) Cada vez que me quedaba sin fichas, él me daba un montón más, y terminamos tomando unos cocktails y nos casamos al cabo de unos meses. Muchas cosas pasan en la ruleta. He conocido a mucha gente interesante mientras jugaba a la ruleta. Aparte de eso, un psiquiatra amigo mío me dio su opinión sobre por qué me gustaba tanto la ruleta: yo soy una persona obsesionada con el control, necesito controlar todos los aspectos de mi vida, y de hecho por eso tuve mala suerte en mis siete matrimonios, porque no soporto que me controlen, y si alguien me pone una correa al cuello, debo cortar la correa y huir; bien, pues en la ruleta no tienes ningún control sobre lo que ocurre, todo depende de la maldita bola, y eso es bueno para mí, me sirve para tomarme un descanso de lo que es mi vida habitualmente. Eso es lo que me fascina de la ruleta: no tienes control, estás en manos del destino, y eso es excitante”.
¿Qué consejo le darías a alguien que quiera ganar en los casinos de Las Vegas?
“Bueno, si te interesa un juego en el que haya buenas probabilidades de ganar, el mejor es el Baccarat, por eso los jugadores que apuestan más juegan a ello. Puedes perder mucho dinero, pero las probabilidades de ganar son mayores que en ningún otro juego. Y por supuesto no estoy hablando de esas ridículas máquinas de Baccarat que yo odio, me refiero a jugar en la gran mesa de Baccarat. Después del Baccarat, el juego con mayores probabilidades de ganar son los dados. Hay muchos libros que hablan de ello, de hecho mi editor Lyle por ejemplo escribió uno titulado ‘Casino Gambling for the Winner’. Mi consejo para alguien que desee tomarse el juego realmente en serio es que empiece por leerse todos los buenos libros que se han escrito sobre ello. Hay muchos libros sobre poker, baccarat, 21... sobre cualquier juego que exista. Yo he leído la mayor parte de libros que se han escrito sobre el juego, pero sin embargo he elegido la ruleta, que es donde un jugador tiene menos probabilidades de ganar, y lo he hecho porque me divierte y además gano frecuentemente. Al jugar hay que tener también en cuenta si juegas contra el casino o lo haces contra un compañero de mesa. Si juegas contra el casino, lo más fácil es que acabes perdiendo, porque sin duda los casinos ganan más que pierden, o no podrían construir esos edificios espectaculares. Sin embargo, si juegas contra alguien que a su vez esté jugando contra el casino, es fácil que acabes ganando. Conozco a un tipo que se dedica a apostar contra la gente que va ganando en una mesa: si ve a alguien que está en racha, sabe que antes o después perderá; cuanto más tiempo esté el dado rodando, más probabilidades hay de que pierda, y entonces hace una gran apuesta contra él y termina ganando, ¡aunque todos los de la mesa le odian! (Risas) La gente odia que alguien apueste contra el ganador. Ese tipo siempre gana dinero de esa manera, pero nunca se divierte. Para mí es importante ganar a menudo, pero al mismo tiempo divertirme, yo realmente me divierto mucho al jugar a la ruleta. Es bonito cuando en la mesa sientes que formas parte de un equipo, como te decía es un juego muy social, y lógicamente si apuestas contra alguien que va ganando, no le gustarás a nadie en la mesa, todo el mundo estará deseando que te echen del casino. (Risas) Hay poca gente que actúe de ese modo y apueste contra sus compañeros de mesa que ganan, porque todo el mundo quiere pasárselo bien al jugar. De eso se trata Las Vegas para mí: diviértete, gana algún dinero, lee los libros y entiende de qué va el juego”.
¿Cuál era tu casino favorito en los viejos tiempos?
“El Flamingo era mi favorito, de hecho la noche en que ardió el MGM yo estuve jugando en el Flamingo hasta las seis de la mañana, y cuando empezó ese horrible incendio, todos salimos a la calle y vimos a la gente colgada de los balcones, mientras los helicópteros trataban de rescatarlos. He visto muchas cosas terribles en Las Vegas, porque soy una jugadora nocturna. En el pasado cuando escribía mis libros, solía hacerlo de noche. Escribía cinco o seis horas, hasta la una de la madrugada, y al terminar siempre me iba a jugar a los casinos para relajarme. Por eso, solía acabar de jugar cuando ya era de día. El Caesar’s Palace está sólo a seis minutos en coche de mi casa, así que es agradable poder acercarme allí cuando me apetece. Si tengo insomnio, voy al Caesar’s Palace o al Flamingo de madrugada, juego dos o tres horas, y me vuelvo a casa a dormir. Lo peor es cuando tengo insomnio, voy al casino, juego unas horas, cometo el error de comer algo allí, regreso a casa, tengo más insomnio que nunca ¡y termino regresando al casino para jugar más!”. (Risas)
¿Por qué preferías al Flamingo por encima de los otros casinos?
“Porque tenía más suerte allí que en ningún otro casino. Era un casino muy agradable, tenía todo lo que podías desear, ya sabes: restaurantes preciosos y tal. Ahora los restaurantes que hay en el Flamingo son incluso mejores, pero ya no me gusta. Lo han cambiado todo, han quitado mis máquinas tragaperras favoritas, y han puesto esas nuevas máquinas que hacen un ruido horrible. Muchas de esas nuevas máquinas ni siquiera despiden un montón de monedas cuando ganas, no sientes la excitación al oír caer las monedas, sólo sale un ridículo papel. Le han quitado parte de la gracia y ya no lo disfruto. De los casinos actuales adoro el Venetian, con las góndolas... A algunos casinos ni siquiera voy a jugar, me atraen otras cosas que tienen que ofrecerme, mientras que hay casinos a los que sólo acudo para jugar. Uno de los mejores jugadores que conozco es mi editor Lyle, cada vez que viene a Las Vegas, todos los casinos se lo disputan y le ofrecen las mayores comodidades para que les visite, porque suele apostar mucho dinero. Lyle es mi mejor amigo, ya he escrito varios libros para él, y ahora estoy preparando un par de nuevos libros: la segunda parte de mi autobiografía, y un libro de recetas de cocina. El libro de recetas se titulará: ‘Quickie in the kitchen... not in the bedroom, for God’s sakes!’. (Risas) La mayoría de platos que recomiendo pueden cocinarse muy rápido, no hay que pasarse dos horas en la cocina preparando un plato para tu novio”.
Antes has comentado que uno de tus casinos favoritos era el Sands...
“Oh sí, Don Rickles solía actuar allí, en el lounge. Ya sabes cómo es el humor de Don, suele meterse siempre con la gente, pero no son bromas crueles. Él siempre solía insultarme en sus actuaciones, (Risas) pero me gustaba. Pues bien, actuaciones como las de Don Rickles solían ser muy íntimas, porque al actuar en el lounge podía ver a la gente cara a cara y dirigirse a ella. Yo actué con Don Rickles hace muchos años en un club de Washington DC, yo era su telonera. El humor de Don era muy políticamente incorrecto en aquellos tiempos, pero nunca tuvo problemas por ello”.
Imagino que habrás visto de todo en tus noches de juego...
“Oh sí, por ejemplo jugadores profesionales gastando cientos de miles de dólares cada noche. Ese tipo de gente jamás quiere mezclarse con jugadores de tercera, tienen sus zonas privadas en los casinos a las que no puede acceder nadie que no esté a su nivel. Eso me parece bien, tiene que haber algo para todo el mundo. En Las Vegas hay también pequeños casinos a los que yo jamás iría, son lugares para gente indeseable. Aquí tienes de todo: hay casinos para los jugadores profesionales que mueven fortunas de dinero, y también hay casinos dirigidos a la gente local que vive en la ciudad. Está la cadena Station de casinos: Power Station, Texas Station... que sólo está enfocada hacia la gente local, no les interesan los grandes jugadores que vienen de fuera, pero ganan mucho dinero igualmente, porque tienen una clientela muy fiel, y cada jugador quizá gasta 5.000 dólares al mes o algo similar. Es curioso pero un casino como Power Station está en auge constante, ganan cada vez más dinero, mientras que algunos de los grandes casinos especializados en jugadores profesionales tienen problemas económicos”.
¿Viste la película “Casino” de Scorsese?
“Sí, y me gustó. La que no me ha gustado nada ha sido el remake de ‘Ocean’s Eleven’; está muy por debajo de la original. En el remake puedes ver todos esos efectos especiales que no podrían haberse utilizado en la película original, pero en mi opinión el Rat Pack actuaba mejor, y la primera película era superior. Ahora por lo visto van a hacer una secuela de esta nueva versión de ‘Ocean’s Eleven’, ¡no puedo entender por qué!”. (Risas)
¿Crees que el film “Casino” refleja cómo era Las Vegas en el pasado?
“Me gusta la película, pero no creo que nadie haya logrado mostrar cómo era Las Vegas”.
Esa película está basada en personajes reales, ¿llegaste a conocer al personaje que encarna De Niro?
“Cuando vi esa película estaba con un novio muy excitante, así que no pude concentrarme del todo en lo que pasaba en la pantalla. Me centré más en los besos que en la película”. (Risas) Seguro que llegaste a conocer a los mafiosos en los que basaron ese film...
“Supongo que a algunos de ellos sí, a no ser que los matasen antes de que yo llegase a Las Vegas”. (Risas)
Uno de los personajes habituales de Las Vegas que llegó a ser muy buen amigo tuyo fue Sammy Davis Jr. ¿Cómo le conociste?
“¿Cómo le conocí? Oh Dios mío... Era inevitable que llegase a conocerle. Yo salía con Joe Di Maggio, a través de él conocí a Frank Sinatra y a todo ese grupo de gente. A Sammy le conocí en NYC, nos hicimos amigos, y me invitó a todas las fiestas que organizaba, me presentó a su madre... Podría contarte muchas historias interesantes sobre él. Le conocí en una tienda de discos de NYC. Creo recordar que yo no llevaba mi carnet encima y en la tienda no aceptaban el cheque que les había firmado, entonces escuché una voz detrás mío que decía: ‘Todo está bien, yo respondo por Liz Renay, ¿queréis ver mi carnet?’, ¡y era Sammy Davis el que hablaba! (Risas) Ese fue nuestro primer encuentro y poco a poco surgió una buena amistad entre nosotros. Sucedió algo muy gracioso cuando publiqué mi libro ‘My First 2.000 Men’. El día de mi boda con el actor Read Morgan, apareció Sammy y me dijo: ‘¿Cómo es que yo no salgo en el libro?’. Y la razón obviamente era que nunca habíamos sido amantes, sólo amigos, y ese libro estaba dedicado a mis amantes. Entonces Sammy respondió: ‘¡Eso lo podemos arreglar ahora mismo!’, (Risas) y yo dije: ‘Aunque arreglásemos eso ahora, no llegaríamos a tiempo para incluirlo en el libro’. (Risas) La verdad es que no pudo elegir peor día para proponerme eso, si hubiese sido en otra ocasión quizá habría sucedido algo, ¡pero era el día de mi boda! (Risas) Sammy empezó a repetir: ‘’Ven a mi habitación, tomemos una copa!’, pero yo repliqué: ‘Sammy, no podrías haber elegido un peor momento, ¡esta es mi boda!, ¡voy a casarme hoy!’. (Risas) Entonces Sammy dijo: ‘Entiendo, vas a casarte. Felicidades’, y se fue. (Risas) Fue gracioso que finalmente se decidiese a seducirme justo el día de mi boda”. (Risas)
¿Te gustaba Sammy como persona?
“Era maravilloso. Lo que más me gustaba de él era su sentido del humor, era un tipo muy divertido. Siempre me sorprendía con comentarios graciosos que me hacían reír”.
¿Cuál fue tu reacción cuando se produjo la explosión del Rock en los 50?
“Adoro a Elvis. Era muy apuesto, simpático y muy tímido, y su música era increíble. Cuando le conocí me autografió las tetas. Yo solía terminar mis shows con una de sus canciones”.
¿Llegaste a ver a Elvis en directo?
“Sí, le vi en Las Vegas, cuando ya había ganado peso y no estaba en muy buena forma física, aunque seguía cantando igual de bien que siempre. Era un tipo fantástico. Nunca jamás habrá otro Elvis”.
¿Y qué me dices de bandas como los Rolling Stones o los Beatles?
“Adoro a los Beatles, y también me gustan mucho los Rolling Stones. ¡Pienso que Mick Jagger es explosivo! (Risas) Es alguien increíble, es una verdadera paradoja. Me gusta tanto en el escenario como en la vida real, porque es alguien que tiene mucho valor. No me parece guapo en absoluto...”
Pero supongo que sí te parece sexy...
“Yeah, ¡me has quitado la palabra de la boca! (Risas) No es guapo pero tiene algo muy especial, tiene esa arrogancia... Tiene una enorme confianza en sí mismo, hace cualquier cosa que se propone. Es una persona muy especial. Puede cantar una de mis canciones si le apetece”. (Risas)OK, ya que hablamos de sex appeal, citaré a algunos tipos y tú me dices si te parecen sexy o no. El primero de ellos es Errol Flynn.
“Oh, Dios mío, ¡sí! Dios, sí!!!!!! (Risas) En mi última película soy abducida por unos extraterrestres, y digo: ‘No me importaría ser abducida por Errol Flynn o Rudolph Valentino, ¡pero no por un pequeño vómito de extraterrestre!’. (Risas) Errol Flynn fue uno de los tipos más guapos de la historia. Otro actor que me parecía muy atractivo, a pesar de los rumores sobre su sexualidad, era Tyrone Power”.
¿Qué me dices de James Dean?
“James Dean no me parecía nada especial, era un tipo del montón. Yo solía tener un jardinero que era exactamente igual que él. James Dean está totalmente sobrevalorado, en mi opinión”.
¿Cassius Clay?
“Él era un hombre muy atractivo. No hay duda sobre eso”.
¿Clark Gable?
“Cuando le colocaron las orejas hacia atrás, le cambiaron el peinado y le sometieron a todos aquellos cambios cosméticos, llegó a tener el máximo de atractivo que puede poseer un hombre. Pero cuando empezó su carrera no era tan guapo, necesitó mucha ayuda para lograr esa imagen”.
¿Robert De Niro?
“Nunca me ha parecido atractivo en absoluto. Es un hombre con una imagen del montón”.
¿Bill Clinton?
“Es guapo. Ahora ya es un poco mayor y yo diría que se ha hecho un pequeño lifting, pero todavía no se ha quitado las bolsas que tiene bajo los ojos, y debería hacerlo. Si corrigiese un par de detalles en su rostro, llegaría a ser muy atractivo. Pero de todas formas es guapo, me parece el presidente más atractivo que hemos tenido”.
¿Y Kennedy?
“No era mi tipo en absoluto. Me parecía medianamente atractivo, pero no era mi tipo. No lucía nunca un buen peinado... En fin, no era feo, pero jamás me gustó demasiado”.
Por lo menos preferirás a Kennedy por encima de Nixon...“Oh cariño... Nixon parecía un vendedor de zapatos o un vendedor de coches usados. (Risas) No era nada atractivo, pero hay tipos más feos que él”. (Risas)
¿Qué te parecía Marlon Brando?
“Marlon Brando era impresionante cuando rodó aquella película de motorista, ¿cuál era el título?”.
“The Wild One”.
“Sí, esa película. Era un sueño en aquella época, pero poco a poco dejó de preocuparse por su imagen. Es el paso del tiempo... A mí tampoco me gusta la imagen que tengo ahora si pienso en cómo era yo antes, pero todos nos hacemos mayores. Alguna gente, cuando gana mucho dinero y llega a ser muy famosa, simplemente se despreocupa de su imagen”.
¿Qué opinas de la imagen actual de Michael Jackson?
“Buffff... Hace poco Joan Rivers dijo algo muy gracioso sobre él. No siempre me gustan las bromas de Joan Rivers, porque a veces se excede, pero lo que comentó sobre Michael Jackson fue muy gracioso. Dijo: ‘Imagina que sus hijos están en la escuela y cuando les preguntan por su familia, dicen: ‘Vivo en la tierra de nunca jamás, y mi padre no tiene nariz y camina hacia atrás’. (Risas) Eso fue gracioso. Pero la verdad es que siento lástima por lo que le ha pasado con su nariz. Quería tener la nariz perfecta y ahora se le está deteriorando. Cuando empezó su carrera en solitario, con su color de piel natural y su nariz, era atractivo, era un hombre, pero ahora, después de todas esas operaciones no es que parezca una mujer, sino que se asemeja a una marioneta. Por lo menos todavía tiene unos ojos bonitos, pero no me gusta lo que ha hecho con el resto de su cara. Su barbilla, por ejemplo, ya estaba bien, no era necesario retocarla”.
¿Entiendes por qué motivo se sometió a todas esas operaciones?
“Bueno, según parece uno de sus hermanos solía meterse con su nariz, porque la tenía grande, aunque yo no pienso que su nariz fuese grande, él tenía una típica nariz de afro-americano. No veo nada de malo en una nariz grande, creo que siempre será mejor una nariz prominente que una nariz mínima que sólo puedas ver con lupa. (Risas) La verdad es que me apena mucho lo que le ha pasado a Michael Jackson. Es una persona con muchos problemas e inseguridades. Es triste que alguien con tanto talento tenga todos esos problemas, debe ser una persona muy infeliz. Es una tragedia”.
Texto: César Martín
Fuente: ©new york times ©traducción mQh

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