viernes, 13 de julio de 2007

El señor García

Cuenta la historia, la de los casinos se entiende, que un cierto día se presento en el casino de Montecarlo, cuando este lo dirigía el conocido Francesco Blanc, un español de apellido García, armado de una gran capital y un valor no menos importante.
Francesco Blanc, hombre brillante, fué quién dió al casino Monaguesco toda la reputación que aún hoy en día conserva.
Inicialmente no se le concedió ninguna importancia al señor García pero las cosas poco a poco fueron cambiando.
Los días pasaban y el señor García siempre ganaba. Fué colocado personal del casino a observar sus apuestas y analizar la clave del sistema.
No hubo manera: Las apuestas normalmente bajas se tornaban sin ninguna razón aparente a sumas elevadísimas y un día tras otro García seguía ganando.
Cuando el señor Blanc empezó a preocuparse por este asunto citó a García en su despacho y le ofreció una fuerte suma de dinero por su sistema y logicamente su palabra de no volver a usarlo más.
García no acepto. Cualquier cantidad era poca. De hecho, increpó, que si no fuera por el obstaculo de los topes de mesa podría ganar la suma que quisiera.
-"No se preocupe, desde este preciso momento no existirán más los topes de mesa para Ud. señor García" contestó Blanc.
La astuta estrategia del señor Blanc era clara. Pensaba que suprimiendo los topes de mesa los nervios del señor García no aguantarían cifras enormes y tarde o temprano caería. Pero no fué así.
Días despues cuando García retornó al casino no lo hizo solo. Lo hizo con un secretario que sería quien se encargaría de aplicar el sistema.
Como García no era el que jugaba no perdía los nervios y como su secretrio lo hacía con dinero que no era suyo tampoco. Simple y efectivo.
De todas formas el señor Blanc no hubo de preocuparse mucho tiempo por este asunto pues todo lo que el secretario ganaba por el día era puntualmente perdido por García en la noche en las mesas de Chemin de Fer.
Poco después de esto el señor García desapareció del casino para hacerlo esporadicamente en otros del norte de Europa. Y no se volvió a saber más de él.
Había muerto.
Su sistema lo heredó un sobrino que repudiaba los juegos de azar y lo hizo público. He aquí tal y como pasó a la posteridad el sistema García:
García esperaba una jugada de indicación, pongamos rojo, y luego aplicaba la ascendente truncada 1,3,7 a la ruptura de la serie, o sea, negro.
Si salía negro en la segunda jugada ganaba 1 unidad.
Sí salía negro en la tercera jugada perdia una unidad pero ganaba 3.
Si salía negro en la cuarta jugada perdía cuatro unidades pero ganaba 7.
Pero... ¿ que hacía si aparecían cuatro rojos?
Entonces cambiaba su tendencia de juego y continuaba a la continuación de la serie. La mesa le había dado cuatro rojos y el confiaba en que le daría tres más.
Dividia todo el pasivo ( déficit) entre tres y lo jugaba a tres puestas consecutivas de rojo. De esta manera en el momento que apareciera una serie de al menos siete valores del mismo color el recuperaría todo el pasivo y se quedaría con la utilidad neta que le habrían aportado las series de 1 de 2 y de 3.
El cero era considerado jugada perdida a efectos de totales. Pero se seguía el juego.
En resumen:
Las jugadas aisladas dan una ficha de utilidad.
Las series de dos dan dos fichas de utilidad.
Las series de tres dan tres fichas de utilidad.
Las series de cuatro ( las peores) dan once fichas de pérdida más la tercera parte del pasivo.
Las series de cinco dan once fichas de perdida.
Las series de seis dan once fichas de pérdida pero recuperan la tercera parte del pasivo.
Las series de siete ( y superiores) dan once fichas de perdida pero después recuperan todo el pasivo, permitiendo cerrar el juego dejando como ganancia las series de uno, de dos y de tres.
Este sistema ¿puede ser considerado verdaderamente infalible? A esta pregunta debemos responder, sin ninguna duda, afirmativamente.
Y de hecho, aunque las teorías matemáticas se esfuerzen en sostener que cada jugada es nueva, también es cierto que antes o después tendrá que presentarse una serie de, al menos, siete jugadas del mismo color.
El sistema en si mismo no es perfecto, pero había dado un gigantesco paso adelante, consistente en diferenciar por un lado el sitema de beneficios y por otro el de recuperación de pasivos.
Había conseguido utilizar la base matemática de D'Alambert para apoyarse en ella y crear este sistema.
Antes de que alguién se vaya al casino a perder los cuartos con el sistema García, he de aclarar que tiene un grave defecto, que reside justamente en las palabras antes o después. Está claro que aparecerá una serie de siete, pero ¿cuando? ¿podremos aguantar pase lo que pase hasta ese momento?
No, no podremos.
El primer director del Casino de Montecarlo se llamaba François Blanc. O sea Francisco Blanco. En su lujoso escritorio arriba de su cabeza en la pared figuraba en letras de oro: “Que salga rojo o negro siempre gana Blanco”

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