miércoles, 25 de julio de 2007

Cábalas mitos y supersticiones en Montecarlo

Caricias y besos; Montecarlo es uno de los lugares donde más leyendas y supersticiones se han tejido.
Se dice, por ejemplo, que acariciar la rodilla del caballo de bronce de la escultura ecuestre de Luis XIV que se encuentra a la entrada del Hotel de París es buen augurio. Aunque hay quienes prefieren besar la medalla de la Virgen antes de cada apuesta.
Arthur de Rothschild elegía siempre el 17 o el 0, durante una hora seguida, pero sólo si ganaba. El poder de la cruz; Cornelius Vanderbilt exigía la presencia de toda su familia y luego colocaba 40 mil francos en forma de cruz y, ganara o perdiera, cambiaba de mesa y empezaba de nuevo.
El rey Farouk coleccionaba todas las fichas, mientras que el príncipe de Nepal, cuya religión sólo le permitía jugar cinco días al año, se entregaba sin tregua durante ese lapso a los placeres de la diosa Fortuna y los salones privados estaban exclusivamente a su disposición.
Hay quienes sólo pueden jugar en pareja.
Algunos tienen la manía de sentarse siempre en el mismo puesto, mientras que otros, por el contrario, prefieren permanecer de pie.
Los hay también que apuestan invariablemente al mismo número, y los más extravagantes lavan las fichas antes de colocarlas sobre la mesa.

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