Colombia - Quindío - En el Congreso de la República cursa actualmente un proyecto de ley que busca reconocer como problema de salud pública el tema de los juegos de azar que constituye otro verdadero flagelo para la familia y por ende para la sociedad.
Etesa estima en 650 mil millones de pesos las apuestas en casinos y juegos de azar. Hay identificados 3.169 establecimientos que explotan esta actividad; la representante Lucero Cortés, impulsadora del proyecto aludido, habló esta semana de 64.800 máquinas tragamonedas mas 16.000 ilegales o clandestinas y de 637 millones de dólares, los dineros que cada año dejan allí los jugadores.
La parte delicada de este panorama y al que en ocasión anterior se hacía referencia en este mismo espacio, es el impacto social negativo que viene generando esta actividad y que cada vez contribuye en mayor grado a la destrucción de muchas familias que ven con preocupación cómo se quedan en esos sitios sus ingresos, sus patrimonios, sus bienes, su tranquilidad, pues los jugadores compulsivos acuden a endeudamientos no solo en los casinos, sino en fuentes cuyos mecanismos de cobro incluyen el cobro forzoso con amenazas contra la integridad física, cuando no logran controlar su voluntad. Otro dato para reflexionar, es que la proporción de la población afectada es creciente entre mas bajo sea el estrato, aunque la población con mayor afectación es la del estrato tres que corresponde a la clase media, con el 63% seguido del estrato 2 con el 60%, estrato cuatro 56% y estratos 5 y 6, el 28.5%. Destacable que el legislativo se interese en forma en esta problemática que día a día crece, ante la pasividad de las autoridades que parecieran interesarse mas por los dineros que perciben a manera de gravamen, que por los daños que le ocasionan y que de alguna manera deben enfrentar, con mayores sobrecostos en el campo social, por los serios trastornos que una adicción de estas genera en una persona y en su entorno familiar. Quien cae en ella, indudablemente arriesga su estabilidad emocional, su estabilidad patrimonial, su estabilidad personal, su salud y la de todos quienes giran a su alrededor.
Por su parte, quienes fomentan este tipo de juegos son plenamente conscientes del daño que generan en sus clientes, pero aun así se ingenian todo tipo de estrategias para arraigar en ellos esa adicción, incluidas promociones, regalos, incentivos, libaciones de licor “gratis” que estimulen al apostador, sabiendo que su inversión se volverá altamente lucrativa y que en tal condición podrán apoderarse del dinero que saben, debería destinarse al alimento, la educación y el bienestar de familias de pocos recursos económicos . Al fin y al cabo es lo que les permite sostener, incrementar y consolidar su empresa, a costa de la desgracia de otros.
Es la cruel realidad. De allí que se tornen en elementos insensibles al dolor. Parece cínica, farisaica, de doble moral, la forma como algunos de esos establecimientos ubican anuncios publicitarios en sus entradas, disque haciendo alusión a actividades para la integración familiar, cuando bien saben que se consigue es justamente lo contrario: la desintegración y destrucción familiar. Se requiere entonces una acción mas coherente y decidida en el tratamiento de esta grave problemática por parte del Estado hacia esta actividad.
Fuente: cronicadelquindio/Alberto Arce Londoño
domingo, 30 de agosto de 2009
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