España - Alicante - El primer torneo previo al Campeonato de España de Póquer arranca en el Casino Mediterráneo con más de 120 competidores que buscan una plaza en la final.
Cascos de música, gorras y algunas gafas de sol formaban parte ayer del paisaje urbano del Casino Mediterráneo de Alicante, donde desde ayer se disputan dos torneos satélites eliminatorios para acceder directamente a una plaza en la final del Campeonato de España de Póquer, que comienza el viernes, y que por primera vez se celebra en Alicante.
A pesar de la imagen extravagante que en ocasiones se ofrece de los jugadores de póquer, especialmente en los torneos televisados, la mayoría de los participantes en la jornada de ayer eran jóvenes de unos treinta a cuarenta años -las mujeres aún son una excepción en las competiciones-, veteranos y noveles, con el mismo aspecto que podría tener el vecino del quinto. "La gente nos tiene por 'frikis' y no somos nada de eso. Para cambiar la idea que uno tiene de los jugadores de póquer hay que venir a un torneo. Nos lo pasamos bien, nos reímos, estamos bastante entretenidos y nos conocemos casi todos", apunta uno de los profesionales más mediáticos y reconocidos del panorama nacional, Santi Torres, barcelonés de 38 años, que ayer comenzó el torneo más pendiente del juego del Barça que del suyo propio.
Torres juega al póquer desde hace unos cinco años, pero hace dos que se dedica exclusivamente a ello. "Tenía un grupo de empresas de tecnología y lo vendí todo antes de la crisis, tuve suerte, para dedicarme al póquer, tengo una web, doy clases, juego en internet y rentabilizo el juego en vivo. Yo lo veo como la forma más fácil de utilizar mi capacidad mental y es una carrera profesional en tiempos de crisis".
El experto, que participa en el campeonato con su propio sponsor, y que cada semana juega un torneo, apunta que "profesionales en esto hay pocos, que ganen dinero con el póquer bastantes, pero tienes que tener la cabeza amueblada. Yo nunca he perdido mi banca y, por lo general, nunca gastas más del 5% en un torneo". ¿Y a cuánto asciende su banca? Eso se lo guarda, obviamente.
Desde otra mesa cercana le saluda la alicantina Amparo Segura -casi todos se conocen de circuitos anteriores-, una de las pocas mujeres en la sala ocupada por más de 120 jugadores, que ha pagado cien euros para probar suerte en el torneo eliminatorio de ayer, pero descarta inscribirse en el campeonato, cuyo precio es de 2.150 euros. Del satélite de ayer preveían clasificarse de 10 a 15 personas y otras tantas lo harán hoy, mientras que a lo largo del año ya hay 30 personas que han ganado con su juego el acceso a la final, a la que se prevé que acudan 160 personas.
"He venido con mi marido a ver si me clasifico hoy, si no, nada, pero no es fácil porque hay mucho nivel. El factor suerte influye pero lo importante es saber aguantar, tener mucha paciencia y no quemarse -apunta Amparo-. A mi me encanta el póquer. La gente se cree que somos ludópatas o algo así porque no lo ven como un torneo de ajedrez, pero nosotros lo enfocamos como deporte".
Uno de los ya inscritos para la final es Cayetano García, alicantino de 73 años, ganador de varios torneos nacionales y séptimo en el World Póquer Tour de este año. Empresario de profesión, señala que lleva unos años en el circuito por hobby, "porque me relaja" y dice estar acostumbrado a ganar y a perder, pero de momento la balanza es positiva y le sirve para costearse todos los gastos de las partidas. A su juicio, para ganar al póquer hay que "tener serenidad y no precipitarse, aguantar es la clave para aprovechar una jugada". Dice no ser supersticioso, como otros preguntados, y añade que se pone la gorra "porque me molesta la luz".
Torres, experto en descifrar el lenguaje corporal de sus contrincantes, también indica que nunca se tapa "y cuando te pones gafas de sol muchas veces no es para que no te vean, sino para observar tú al resto y ver sus movimientos. Los jugadores estatuas son difíciles de estudiar". Esos, los más rígidos, pueden disfrutar de masajes de 15 minutos que ofrecen durante el juego dos quiromasajistas, necesarias para aguantar sentados las jornadas de 8 horas, con 45 minutos para cenar y mini-descansos de diez minutos cada hora.
jueves, 10 de diciembre de 2009
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