sábado, 16 de agosto de 2008

Uno de cada tres nuevos ludópatas es un joven que juega de forma muy compulsiva

España - Expertos advierten del aumento de menores de 30 años que inician programas de rehabilitación La adicción a los videojuegos se revela como la antesala de la dependencia a las máquinas tragaperras.
Cada vez más jóvenes, y además con un comportamiento hacia el juego más patológico, más destructivo. «Voy a sacar la máquina». Esa es la frase que guía a muchos de los jóvenes que finalmente terminan atrapados por las tragaperras, según explica Francisco Abad, presidente de la Asociación Malagueña de Jugadores Rehabilitados (Amalajer).
Un instituto, una cafetería y en ella un par de máquinas tragaperras. La escena es de lo más habitual: «Mientras que los comienzos de los jugadores de más edad suelen ser reuniones sociales o, como solemos decir, la vuelta de los cafés, los jóvenes, ya desde el inicio, llevan la idea clara de jugar expresamente para ganar. Desde un primer momento, la fijación es el premio», asegura Abad.
Esto se traduce en una llegada a la ludopatía de forma mucho más acelerada, y así, el joven pasa en un menor tiempo de ser un 'jugador problema' a un 'jugador dependiente', según los términos empleados por la propia asociación, que considera que cuando una persona gasta en juegos más del 25% de sus ingresos tiene problemas de dependencia.
Conciencia
«El 'jugador problema' juega con cierta frecuencia, pero más de lo previsto, y también empieza a gastar más de lo que pensaba», explica Abad, quien hace notar que, al contrario de lo que ocurre con otras adicciones, en la ludopatía no se pierde la conciencia: «El jugador adquiere conciencia de que tiene un problema, y en esta fase sabe que quiere dejarlo, pero todavía cree que lo controla».
El 'jugador dependiente' sería aquel que queriéndolo dejar, ya no puede, porque, frente al juego, ha perdido la voluntad: «Esta adicción puede ser engañosa. Puede ocurrir que el jugador pase tiempo sin jugar y crea que no tiene problemas, cuando en realidad lo que ocurre es que en ese tiempo no dispone de dinero. Cuando vuelve a tener ingresos, vuelve al juego», explica.
Hace un par de años, los estudios realizados por esta asociación ya apuntaban a un preocupante descenso en la edad de inicio a los juegos de azar, pero entonces aún no se reflejaba en los ingresos registrados para el inicio de tratamientos. Ahora ya sí. Ahora, uno de cada tres jugadores en rehabilitación son menores de 30 años, y la mayoría se sitúa en la franja de edad que va de los 22 a los 27 años.
Hay otra circunstancia a tener en cuenta: muchos de los jóvenes en tratamiento en Amalajer refieren haberse iniciado en los videojuegos y después pasar a las tragaperras: «Los videojuegos son así un primer escalón. Además hay que tener en cuenta que se acostumbran a jugar solos, una circunstancias que también se da con las tragaperras», explica el presidente de la asociación, que recuerda que detrás de la ludopatía hay problemas tales como la dificultad para abordar las relaciones sociales.
El aspecto positivo, si lo hay, es que los jugadores también acuden antes a tratamientos de rehabilitación, porque tienen conciencia de que sufren una adicción. Salir de ella es más fácil cuanto menor sea el tiempo de juego patológico: «Un jugador con muchos años a sus espaldas arrastra ya una situación muy deteriorada», explica Abad.
En aumento
Al contrario de lo que ocurre con los bingos o los casinos, la presencia de las máquinas tragaperras en la provincia no ha dejado de crecer. En menos de una década su número ha pasado de las casi 4.700 a las 7.000 y el volumen de juego se ha duplicado en ese mismo periodo. El gasto medio por persona (resultante del número de habitantes de la provincia entre la recaudación anual en estas máquinas), supera los 54 euros, mientras que en casinos se sitúa en los 39 euros y en bingos en los 34 euros.
«Hemos tenido a menores en tratamiento que aseguran que han podido entrar hasta en 20 cafeterías para jugar a las máquinas sin que nadie les dijera nada», afirma Francisco Abad, que recuerda que las asociaciones que trabajan en la rehabilitación de la ludopatía reclaman que las tragaperras sólo puedan instalarse en los salones de juego, y que para acceder a ellos sea necesario presentar el DNI.
Datos referentes al juego en la provincia facilitados por la Delegación del Gobierno en Málaga y correspondientes a 2007.
Volumen de juego.
Casinos: 236.736.000 euros.
Tragaperras: 331.783.000 euros.
Bingos: 159.000.000 euros
Total: 727.000.000 euros.
Evolución.
Bingos: Han pasado de un volumen de juego de 157 millones de euros en 1999 a 159 millones en 2007.
Casinos: Han pasado de 163 millones de euros en 1999 a 236 millones de euros en 2007.
Tragaperras: Han pasado de 159 millones de volumen de juego en 1999 a cerca de 331 millones de euros en 2007.
Salas, casinos y máquinas.
Bingos: 19 salas
Casinos: Dos casinos
Tragaperras: 7.001 máquinas.
Inspecciones y sanciones
Casinos: Se han realizado once inspecciones, sin ninguna sanción
Bingos: De han realizado 12 inspecciones, sin ninguna sanción.
Tragaperras: Se han realizado 3.000 inspecciones y se han abierto 45 expedientes sancionadores.
Autoprohibiciones
Casinos: 1.019 hombres que residen en Málaga se han autoprohibido la entrada a los casinos, frente a 446 mujeres.
Bingos: Se han autoprohibido la entrada 1.101 hombres, frente a 863 mujeres.
Gasto según tipo de juego
Ruleta francesa: 2.209.000 euros. (Andalucía)
Ruleta americana: 20.672.000 euros (Andalucía)
Black Jack: 14.158.000 euros (Andalucía)
Póker: 5.938.000 euros (Andalucía).
Gasto por provincias
Almería: 233.667.00 euros
Cádiz: 408.788.00 euros
Córdoba: 182.298.000
Huelva: 197.567.000
Jaén: 146.393.000 euros
Málaga: 727.647.000 euros
Sevilla: 575.173.000 euros
Andalucía: 2.691.408.000 euros.
Fuente: diariosur

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