
El país, gobernado por una monarquía constitucional, se defiende como gato panza arriba dentro de la UE sin pertenecer a ella. Su principito, que una vez que alcanzó el trono pasó a llamarse Alberto II, ya daba, cuando aún vivía su padre, muestras de ser poco espabilado y muy verbenero. Lo demostró en el 2005 cuando hizo una pregunta como miembro del COI a la delegación que defendía la candidatura olímpica de Madrid 2012, sobre si España era un país inseguro por la amenaza terrorista (coincidió por entonces con el atentado del coche bomba en La Peineta y también con el de Londres). Las críticas no se hicieron esperar, y no contento con la torpeza, en otra reunión del comité, sacó a relucir el tema de Gibraltar como país para incorporarse al COI, cuando ya en tiempos de Samaranch se descartó esa posibilidad porque no cumplía una de las normas básicas de estado independiente reconocido por la comunidad internacional. Pues el tocapelotas del principito termina la jugada celebrándolo en el tradicional baile de La Rosa, una fiesta benéfica por todo lo alto de caro y lujo. Cada año, para no aburrirse, eligen un tema, y este año ha sido el de la Movida madrileña, se supone para darle un toque underground con pajarita. Como se recordará, la gente de la época de la Movida en años 80, despertó los anquilosados años de la transición postfranquista a través de una cultura alternativa, y adoptó una forma de vida que rompía con los cánones establecidos. Pues estos protagonistas se muestran hoy sumisos y complacientes ante la demanda del príncipe de los casinos, reproduciendo escenas que en su momento, y dentro del contexto, tenían una validez pero que ahora dentro de un ambiente burgués y palaciego quedan grotescas. Una mala manera de acabar con una imagen y una historia creativa.
Fuente: elperiodicodearagon - CARMEN Pérez Ramírez
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