domingo, 6 de abril de 2008

Los ‘juegos’ que se mueven tras el chance

Colombia - El País revela la historia oculta de la puja por este codiciado juego en Cali. ¿Qué intereses hay tras su control?
Pese a los múltiples riesgos que han rodeado al juego del chance en Colombia, el Valle parecía estar por fuera de esa espiral de violencia y corrupción. Sin embargo, en los últimos meses el gremio en la región ha vivido un creciente clima de tensión.
La puja se siente con especial fuerza en Cali, donde existe una agria disputa entre la Sociedad Colombiana de Juegos y Apuestas S.A. y Colombiana de Juegos y Apuestas Azar E.U. Conocidas comercialmente como Gane Corredores y Apuestas Azar. La primera es concesionaria oficial a la que la Beneficencia del Valle otorgó la operación del chance en 2006. La segunda es la tradicional de las ‘chonticas’.
Desde el año pasado las diferencias entre estas dos compañías las llevaron a enfrentarse por vías legales. En lo que va corrido del 2008, un robo y dos atentados con petardos en sedes de Apuestas Azar, que aún son materia de investigación por la policía judicial, encendieron las alarmas.
La animadversión entre estas dos sociedades se comenzó a gestar con la llegada del nuevo milenio. En el 2001 la Beneficencia del Valle otorgó por primera vez en concesión el monopolio rentístico de las apuestas permanentes en la región, cuyos derechos de explotación tienen como destino específico la salud.
En esa época, la Ley 643 permitía que varias casas de apuestas se agruparan bajo la figura de consorcios o uniones temporales. Así pasó en la zona que componen Cali, Jamundí y Yumbo, donde 35 empresas de chance crearon la Unión Temporal de Empresarios de Apuestas Permanentes. La concesión fue pactada a cinco años y el monto a pagar por los derechos de explotación ascendía a $103.000 millones.
Durante ese tiempo se presentaron fusiones entre las compañías, reduciendo su número a sólo 20 empresas. También hubo desavenencias por el porcentaje del mercado que cada empresa manejó. Pese a esto no hubo mayores tropiezos y al finalizar la concesión, en diciembre de 2006, la Unión Temporal había pagado $132.000 millones a la Beneficencia. El mayor valor se explica por la creación del Chontico Millonario, el juego del medio día, que no existía al iniciar el contrato.
En el 2004 el Gobierno Nacional prohibió que las uniones temporales y consorcios operaran el chance, pues esas figuras le dificultaban el control sobre una actividad que de por sí es compleja de vigilar. La única salida para que las 20 casas de apuestas de Cali participaran de la licitación y obtuvieran el manejo de la segunda concesión, cuyo período va del primero de enero del 2007 a diciembre 31 del 2011, era conformar una sociedad limitada o anónima.
Entonces los empresarios de chance crearon la Sociedad Colombiana de Juegos y Apuestas S.A., con la razón comercial Gane Corredores. Cada una de las 20 casas de apuestas tuvo la opción de comprar acciones de esa nueva empresa, por un valor equivalente al mercado que manejaron durante la concesión anterior. 19 de ellas participaron, pero Apuestas Azar se quedó por fuera. “Me quisieron obligar a que entrara con un 5%, cifra muy inferior a mi participación en el mercado”, dice Roberto Ortiz, propietario, al explicar su decisión.
Para no quedar por fuera del negocio, en el que lleva más de 15 años, Ortiz acudió a la ayuda de uno de sus buenos amigos, Angelino Garzón, para la época gobernador del departamento, a quien había apoyado durante la campaña.
Al gobierno de Garzón le correspondía realizar la licitación para la concesión que se entregaría en diciembre del 2006. Fue él, a través de su gerente en la Beneficencia, Adriana Barragán, quien contrató a la Universidad Icesi para que adelantara el estudio de factibilidad y mercadeo de ese negocio. Investigación que sirvió para fijar en $199.000 millones el valor que debía cobrar el Departamento a quien quisiera quedarse con la operación del chance en su capital por cinco años.
Garzón dice que Ortiz lidera una importante obra social que sostiene con sus recursos y que beneficia a las ‘chonticas’. Sin embargo, reconoce que gran parte de ese apoyo se canaliza a través de Fundapuestas, entidad sin ánimo de lucro en la que todos los empresarios del chance aportan dinero para mejorar la calidad de vida de sus empleados con cursos, talleres y ayuda legal, para que accedan a subsidios en vivienda, salud y educación.
A mediados de 2006 el Gobernador citó a tres reuniones al gremio de chanceros de Cali y les pidió que llegaran a un acuerdo que los beneficiara a todos. Los directivos de Gane, entre los que se encuentra Gustavo Gómez, dicen que Ortiz siempre se negó a entrar en la sociedad y Garzón les advirtió que si no le daban una participación a Ortiz, se vería en la obligación de mirar otras propuestas de empresas de chance de fuera del Valle.
El País consultó al ex Gobernador sobre el particular, pero él manifestó que esperaría la publicación de este artículo para luego pronunciarse.
Los directivos de Gane afirman que fueron presionados y que por eso accedieron a firmar, en octubre del 2006, un convenio comercial de carácter privado con Ortiz. En el documento se comprometen a entregarle mensualmente 33 cajas con 25.000 formularios de chance para que atienda su mercado e, incluso, le respetan un crecimiento que no quedó estipulado. La idea era que Ortiz ingresaría como socio de Gane tarde o temprano.
El convenio lo suscribe Manuel Torres, actual personero de Cali, quien para la época era el representante de Gane y al que luego se le comprobó que mantenía una relación estrecha con Ortiz y el Gobernador. Esa es la raíz de los problemas que hoy existen al interior al gremio.
La concesión le fue adjudicada a Gane el 22 de diciembre del 2006, por lo que desde esa fecha esta empresa controla la entrega de cajas con formularios para Apuestas Azar.
Los asiduos jugadores de chance en Cali vieron cómo todas las casas de apuestas cambiaban sus logos por la estrella azul del nuevo concesionario y que sus puntos de venta se modernizaban con la difusión del juego electrónico.
Esa innovación, que establece el contrato, estipula que al llegar a diciembre del 2011, el 90% del juego de chance en la ciudad deberá estar sistematizado. Requerimiento que Ortiz se niega a desarrollar con celeridad, aduciendo que la gente no apuesta en los puntos fijos con la misma proporción que al encontrarse con un vendedor en la calle. Aunque, para estos últimos ya existen unos dispositivos portátiles, pero son más costosos que el chance manual.
Esta medida va de acuerdo con las políticas que viene implementando, para la segunda generación de concesiones del chance, la Superintendencia de Salud, entidad estatal que vigila los juegos de suerte y azar. Entre ellas se destaca la directriz de que sólo exista un operador por departamento, como ocurre en el resto del territorio nacional, exceptuando Cauca y Valle, que están divididos en zonas. De ahí que tener en una de ellas un concesionario oficial y otra empresa, que funciona como rueda suelta, dificulta la intención de ejercer mayor control sobre el negocio.
Pese a lo absurdo de la situación, el concesionario oficial, en este caso Gane, está obligado a responder por cualquier situación anómala que se presente en la ejecución del contrato, y por los premios que se vendan; incluso, si la empresa de Ortiz no puede hacerse cargo de cubrir la totalidad de algún premio, será Gane quien tendrá que responder.
Además, Gane debe expedir una póliza única de cumplimiento cada año a favor de la Beneficencia del Valle, que ampare el valor establecido en el contrato por derechos de explotación. Para el 2007 la cifra de ese seguro superaba los $18.000 millones.
Aunque el modelo en Cali no es el idóneo, según explicó a este diario en enero pasado el entonces Superintendente de Salud, José Renán Trujillo, los primeros meses de la segunda concesión transcurrieron sin mayores contratiempos.
Pero en junio de 2007 Apuestas Azar empezó a pedir un mayor número de cajas con formularios de chance. Esto en principio no preocupó a Gane, pues se trataba de 2 ó 3 cajas de más por encima de las 33 pactadas en el convenio. Sin embargo, para agosto de 2007 Azar exigió 50 cajas, lo que representaba un 52% más de lo acostumbrado, cifra que llevó al concesionario a realizar una auditoría para establecer el por qué de este cambio.
El resultado se conoció en octubre del mismo año. Los auditores de Gane detectaron que unas 100 cajas de chance estaban en poder de vendedoras de Apuestas Azar pero no habían sido entregadas por ellos. Esos formularios fueron despachados por Fesa, la empresa que imprime los talonarios, por orden de Ricardo Cifuentes, del área de despachos de la Beneficencia del Valle, a una dirección donde funcionan varias oficinas, entre ellas la de Manuel Torres, quien dijo no tener relación con ese asunto.
Guillermo Banguero, gerente de la Beneficencia en ese momento, desconocía la situación, pero fue enterado por Gane y en su momento aseguró a este diario que tomaría las medidas de control pertinentes contra los funcionarios involucrados en la presunta irregularidad. Gane elevó la denuncia ante la Fiscalía y la Procuraduría, quienes aún no han determinado las responsabilidades individuales en el caso.
En una reunión entre Ortiz y los directivos de Gane, éste les explicó que los formularios habían llegado a manos de sus vendedoras a través de un desconocido que se los repartió en moto, pero que sus ‘chonticas’ habían recibido amenazas y que por tal motivo no podían denunciarlo. También reconoció que un funcionario de su empresa había obtenido en el mercado negro una parte de esos formularios y que por tal razón lo había despedido.
A la calle
Para enero de 2008 las relaciones entre Gane, el concesionario oficial, y Apuestas Azar se habían deteriorado al punto que la primera decidió no entregarle más formularios de chance a la segunda. En Gane aseguran que el senador Juan Carlos Martínez los citó a una reunión para tratar de mediar entre las partes, pero que no se pudo llegar a ningún arreglo.
El 19 de enero Azar se quedó sin formularios de chance para vender y sus ‘chonticas’ bloquearon, por horas, calles céntricas, como donde está ubicada la Beneficencia del Valle. Unas 300 mujeres que dicen ser cabeza de familia gritaban en coro consignas como ¡Queremos trabajar! El 30 de enero, mientras sus empleadas se enfrentaban con el Escuadrón Antimotines de la Policía en la calle, Roberto Ortiz interponía una acción de tutela para amparar el derecho al trabajo de sus 2.000 ‘chonticas’.
Ante los disturbios originados por el choque de las vendedoras con el Esmad, Juan Carlos Abadía, actual gobernador del Valle y quien habría autorizado el procedimiento policial, tuvo que intervenir. Megáfono en mano, se metió en medio de las ‘chonticas’ y los policías. Abadía les prometió que mediaría para que hubiera un compromiso entre las partes que les permitiera seguir con su trabajo y les entregó 70 cajas con formularios. Advirtió que suspendería el contrato de concesión si no se resolvía la situación de estas mujeres. El alcalde Jorge Iván Ospina, también defendió a las 'chonticas'.
¿Por qué cerraron filas los gobernantes a favor de estas vendedoras, que no son las del concesionario oficial? Tal vez la respuesta se encuentre en la pasada campaña electoral. Como se conoció públicamente en septiembre del 2007, Roberto Ortiz de una u otra forma apoyó tanto a Abadía como a Ospina en la pasada contienda electoral e incluso dispuso que sus ‘chonticas’ realizaran varios sondeos de preferencias electorales, cuyo resultado siempre favoreció a los actuales gobernantes, aún en contra de las demás encuestas realizadas por reconocidas empresas del ámbito nacional.
El round en la calle, donde la presión del ‘ejército de chonticas’ ocultó la difícil situación jurídica y los intereses tras el contrato de concesión del chance, tiene una lectura negativa y preocupante para Gane. Sin embargo, esta empresa se prepara para dar la batalla en los estrados judiciales. Para tal fin ha contratado al reconocido abogado Jaime Bernal Cuéllar, quien de ahora en adelante representará los derechos adquiridos por esta empresa al ser elegida como concesionario oficial en 2006.
Los últimos sucesos en este enfrentamiento no despejan las dudas sobre el futuro de la concesión en la ciudad. La tutela interpuesta por Ortiz recibió falló positivo por parte del juez 19 penal del circuito de Cali, razón por la cual Gane fue obligada a entregar 70 cajas con formularios de chance a Azar en los meses de febrero y marzo.
La decisión fue apelada por Gane y el próximo martes el Tribunal Superior de Cali deberá fallar en segunda instancia. El caso tendrá ponencia del magistrado Orlando Echeverry, cuya hermana Martha Echeverry, y uno de sus mejores amigos, Raimundo Tello, se desempeñan como Jefe de Control Interno y Director Jurídico de la Gobernación del Valle.
La defensa de Gane cree que la tutela es improcedente por varias razones, entre las que se destacan la intemporalidad de la acción, pues Ortiz dijo en la demanda que desde septiembre del 2007 no le entregan formularios. ¿Entonces-- se pregunta la Defensa de Gane-- por qué sólo tuteló el derecho al trabajo cuatro meses después? También dice la defensa que Gane no tiene una relación de subordinación jurídica ni laboral con Azar y que la tutela no aplica entre empresas particulares.
Más allá de las diferencias y problemas que afronta la concesión del chance en Cali, lo que hay en juego es quién se quedará con este millonario negocio en 2011, cuando termine el actual contrato y se abra la licitación para una nueva concesión. Los actores saben muy bien que en este tema nada se puede dejar al azar.
Un estudio afortunado
La universidad Icesi fue contratada por la Beneficencia del Valle en el 2006 para que realizara el estudio del mercado potencial del chance en la región y determinara el valor que pagarían por los 60 meses que dura el contrato cada uno de los cinco concesionarios, pues el Valle está dividido en igual número de zonas.
5.000 encuestas realizó el equipo de la Icesi por todo el Valle que fueron la base para entender el valor promedio de juego, el tipo de consumidor de chance y sus motivaciones.
Julio César Alfonso, quien dirigió el equipo de investigación, dice que en el Valle “mucha gente apuesta pequeñas cantidades al chance y poca gente invierte grandes sumas de dinero”
Para estimar el valor de la concesión que va desde el primero de enero de 2007 hasta el 31 de diciembre de 2011, se utilizó el censo de población elaborado por el Dane en 2005.
Según Jaime Asprilla, gerente de la Beneficencia del Valle, tan sólo en Cali, una de las cinco zonas donde opera este juego en el departamento, la venta de chance durante el 2007 alcanzó los $147.880 millones. Eso le representó a la entidad territorial ingresos por $19.224 millones.
Por ahora, el concesionario viene cumpliendo los parámetro del estudio.
Cifras
11 mil son los empleados de Gane Corredores
40 mil millones es el valor total de los derechos de explotación del chance en Cali durante el 2008
2.000 son las ‘chonticas’ que trabajan para Apuestas Azar
3.400 millones debe girar Gane cada mes a la Beneficencia del Valle en 2008
456 cajas de formularios de chance vendió Apuestas Azar en el 2007
6.213 cajas vendió Gane en el 2007
6.536 mil millones fue la venta total de Apuestas Azar en el 2007
147 mil millones fue la venta total de Gane en el 2007
19 mil millones recibió la Beneficencia por los derechos de explotación de Cali en el 2007
166 millones de formularios de chance se vendieron en Cali durante el 2007
1.500 pesos gastan en promedio cada día los caleños que juegan chance
Un estudio afortunado
La universidad Icesi fue contratada por la Beneficencia del Valle en el 2006 para que realizara el estudio del mercado potencial del chance en la región y determinara el valor que pagarían por los 60 meses que dura el contrato cada uno de los cinco concesionarios, pues el Valle está dividido en igual número de zonas.
5.000 encuestas realizó el equipo de la Icesi por todo el Valle que fueron la base para entender el valor promedio de juego, el tipo de consumidor de chance y sus motivaciones.
Julio César Alfonso, quien dirigió el equipo de investigación, dice que en el Valle “mucha gente apuesta pequeñas cantidades al chance y poca gente invierte grandes sumas de dinero”
Para estimar el valor de la concesión que va desde el primero de enero de 2007 hasta el 31 de diciembre de 2011, se utilizó el censo de población elaborado por el Dane en 2005.
Según Jaime Asprilla, gerente de la Beneficencia del Valle, tan sólo en Cali, una de las cinco zonas donde opera este juego en el departamento, la venta de chance durante el 2007 alcanzó los $147.880 millones. Eso le representó a la entidad territorial ingresos por $19.224 millones.
Por ahora, el concesionario viene cumpliendo los parámetro del estudio.
Historia de un juego sin suerte
Los juegos de azar, como la bolita y el chance, ingresaron al país en la década del 70 por la costa norte, procedentes de Cuba. Desde sus inicios el chance estuvo marcado por la ilegalidad. La gente lo jugaba con apostadores clandestinos en tiendas de barrio, cafés y fuentes de soda. El Estado metió la mano en el asunto y, buscando regularlo, expidió la Ley 643 de 2001, la cual estableció que los juegos de azar son un monopolio rentístico estatal y decidió concesionar su operación.
Uno de los mayores atractivos de esta actividad es el inmenso flujo de dinero en efectivo que maneja a diario. Quien lo juega debe cancelar en ‘cash’ su apuesta para que esta sea válida. Paradójicamente eso ha estigmatizado un negocio que en sus comienzos fue familiar, pues no hay manera de certificar la procedencia del dinero.
Por tal razón el narcotráfico primero y luego los grupos al margen de la ley, como paramilitares y guerrilla, se apropiaron a sangre y fuego de cientos de casas de apuestas por todo el país, utilizándolas como lavanderías.
Es conocido el caso de Enilce López, ‘la Gata’, en Barranquilla y la suerte que corrió el chance en Santander, donde la Fiscalía investiga la participación del confeso jefe paramilitar ‘Jorge 40’.
Estos ‘nuevos empresarios’ trataron de sacar a los tradicionales dueños del chance arruinándolos. “La gente apostaba en masa por números que aparecían en la pata de una rana, en el caparazón de una tortuga o en la aleta de un Bocachico. Lo curioso es que acertaban. En una ocasión pasamos tres días pagando a los que cogieron el número de la Virgen del Carmen”, dijo un testigo.
Fuente: elpais

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