viernes, 11 de septiembre de 2009

¡Quiero re póker!

Argentina - Rio Negro - En el país del truco, el juego de apuestas gana la mano. Una nueva generación de timberos que practican en Internet y compiten en torneos, donde ponen cara de póker... y ganan millones.
Leo Fernández tiene un as en la manga. Cuando todo parece perdido, el capitán del equipo argentino ("el Maradona del póker", se le dirá) conduce a los albicelestes a la final con Brasil: pero, en obvia analogía con el fútbol, paliza en 90 minutos.
Ganamos, perdemos, ¿siempre perdemos?
Silencio en la sala. En el Hotel Panamericano de Bariloche, seis mesas reciben a los cuarenta y ocho jugadores, bien dispuestos en el ambiente alfombrado, abstemio e insonorizado que respeta la regla principal de todo casino: sin relojes ni ventanas. Es la final de la primera
Copa América organizada por el sitio pokerstars.com y, ahí donde cada uno de los ocho equipos se vista con los colores de su Selección y use capuchas o anteojos negros para que no lo puedan semblantear, el jugador profesional se asumirá más como atleta vocacional que como timbero viejo ("es un deporte más mental que físico", se insistirá). Ni el putañero adicto al whisky ni el ludópata perdido en cualquier casino de Las Vegas: el perfil del nuevo pókerstar es el de un joven universitario matemático, como aquel de la película 21 Blackjack, que encuentra en las cartas una escalera al cielo. Después de quemarse las pestañas con números y algoritmos, una posibilidad de llegar al filón.
"Es cierto: soy economista y me dedico a estudiar la psicología del rival", confirma Angel Guillén, el campeón mexicano que, se rumorea, viene de ganar un millón de dólares en Las Vegas y se prepara con un profesor de matemáticas con el que estudia cálculos y probabilidades. ¿Reparten ganancias? "¡Jugar así es padrísimo!". Si una mística de la lucha libre azteca define los bandos entre "rudos" y "técnicos", acá también algunos juegan con el naipe entre los dientes y otros, con el manual de álgebra. "Siempre llevan ventaja las personas que han estudiado", coincide Humberto Brenes, un mito de las cartas en su natal Costa Rica que, como buen tiburón del Caribe, intimida sobre el paño verde con dos escualos de peluche.
En el bloque soft de las bolunotas, el noticiero de la tarde anuncia "en el país del truco, el póker es rey", y otro canal de noticias alarmista se regodea: "¡Alerta! ¡Lo juegan hasta en el recreo de los colegios!". Con sitios como el millonario pokerstars.com (sponsor oficial de la camiseta de River, repartió 25 mil millones de manos y ganó un récord en el libro Guinness con su marca de 200 mil jugadores en línea a la vez) y la trasnoche televisiva consagrada a las cartas (buscar en la grilla de Fox Sports, ESPN o el flamante Gambling TV: timba las 24 horas), el póker es el tercer espectáculo "deportivo" más visto por cable en los Estados Unidos, después del fútbol americano y las carreras automovilísticas del NASCAR. El jueguito tiene los atributos de fenómeno pop, frenesí mundial y contraseña generacional: se asume como pasaporte a la adultez, en la edad en que se valora poner cara de póker. Mientras Lady GaGa rompe rankings con su hit Poker Face y los jugadores se pasan horas en Timbaland (je), por primera vez un juego de mesa monta un sistema propio de celebridades, como el yanqui mítico Chris Moneymaker (¿una señal del destino? ¡Se jura que nació con ese apellido!) o el canadiense Daniel Negreanu, que lleva ganados 10 millones de dólares, fue recibido por Obama y aparece en fugaz cameo, carteándose con el mutante Gambito, en la película Wolverine. "El boom del póker acá recién está en punto de ebullición", dice Gastón Catzman, un star argentino, y previene: "En otros países hay megaestrellas. No te sorprenda que el año que viene alguno de nosotros protagonice un aviso de Axe". Y si en la Argentina existe algo parecido a una megaestrella, esa megaestrella es Leo Fernández.
Aunque lo llamen "Maradona", él más bien parece integrar una Legión Argentina de inspiración tenística, por cierta lasitud y afición a los placeres de la buena vida (sus amigos Mariano Zabaleta y Gastón Gaudio viajan a Bariloche para alentarlo). "De la Argentina, soy el que tiene más experiencia; sólo me falta ganar un Mundial", concede y adhiere al perfil del jugador cerebrito: "El conocimiento matemático es imprescindible, todo el tiempo hay que sacar cuentas", se ufana Leo, que es maestro en ajedrez y llegó a ubicarse entre los diez mejores jugadores del mundo de backgammon. Se niega a develar cuánto lleva ganado (el último premio que embolsó fue de 63 mil dólares), pero se insinúa millonario. Y si, con flow de tenista, extiende el garbo adolescente aun en los treinta, tiene todo para ser ídolo de quinceañeras. "El póker se volvió algo aspiracional", analiza Gastón Catzman: "Los pibes sueñan verse con la plata".
"Lo que sorprende es que los ganadores ahora sean tan pequeños", se asombra Nahuel Ponce, editor de la sección "Póker & Fantasía" de espndeportes.com: "En los Estados Unidos, ni siquiera los dejarían entrar al casino". Habla de Dominik Nitsche, nuestro modelo de tapa, un alemán de 18 años que ganó el Latin American Poker Tour en Mar del Plata, y se llevó una bolsa de 387.030 dólares. Desde la ciudad de Minden, en Westfalia, se clasificó por Internet, igual que el azteca Jorge Landazuri de los Ríos (19), que ahí ganó 211.030 verdes.
"Gracias a la red, puedes aprender en seis meses lo que a mí me tomó toda una vida", se maravilla (¿o lamenta?) el veterano Humberto Brenes.
Ahí donde la danza de la fortuna favorezca a unos pocos, dejará a otros con los bolsillos flacos. En búsqueda de un golpe de suerte, el capitán colombiano Fabián Robayo Prieto encontró en las cartas francesas un consuelo para su quebranto económico: "Monté una empresa de porristas que fundió, y quedé debiendo mucho dinero.", se excusa. Una temporada en Nueva York, donde los amigos de su padre lo iniciaron en el juego, lo convenció de tentar a la suerte. Recién ahora está destiñendo el rojo de sus cuentas: "Pero en Colombia, el póker está muy mal visto, se cree que puede convertirse en un vicio", y propone:
"Estaría bueno que el juego se separe de los casinos". Y entonces Leo Fernández le aconseja al principiante nunca jugar más dinero del que pueda perder y, si el destino le ha dado corazones desequilibrados, su palabra lo nivela y detiene su caer: "¿Mi principal consejo? Que jueguen al póker, pero que no dejen de estudiar. No todos tienen el don".
Fuente: clarin/Nicolás Artusi

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