viernes, 12 de septiembre de 2008

El cerro de la discordia

Paraguay - Según los lingüistas, la letra L no existe en guaraní, de modo que la palabra “Lambaré” no puede denominar como toponímico guaranítico ningún paraje, ni puede referirse a un nombre guaraní.
Durante mucho tiempo se sostuvo que la denominación viene de un cacique llamado Ambaré, que habría existido en tiempos de la Conquista y habría gobernado en el paraje dominado por el cerro que, entonces, llevaría su nombre. Parece que la historia es falsa, como muchas otras, y los historiadores serios dicen hoy que nunca hubo un cacique Ambaré, que habría sido un invento de los miles de historiadores-poetas que han fabricado todo tipo de leyendas en el Paraguay.
Hasta bien avanzado el siglo XX no había una clara distribución de tierras a los municipios, y, cuando eso comenzó a ocurrir, la ciudad de Asunción, un pequeño caserío, incluía en su territorio las tierras boscosas y desérticas que rodean al cerro denominado Lambaré, no se sabe cuándo ni por quién.
Hasta el año 1960 no había un camino decente que condujera, por ejemplo, al puerto de Itá Enramada, y Asunción terminaba en el arroyo Ferreira. A partir de allí, la nada.
El municipio de Lambaré, cuando fue creado, comenzaba en el citado arroyo Ferreira, que fluye paralelo a la calle Madrinas de la Guerra del Chaco y, por supuesto, englobaba el cerro que le da su nombre. Posteriormente, ya instalado el progreso, se construyó el Hotel Casino Itá Enramada, al pie del cerro, y el entonces intendente de Lambaré pretendió cobrar una enorme patente municipal, encontrándose con que el hotel pertenecía a la familia del Gral. Alfredo Stroessner. De un plumazo le cercenaron el cerro a Lambaré.
En manos de Asunción, el cerro se convirtió en el nido más peligroso de delincuentes de la zona. En lugar de ser un sitio de visitas seguras, es un antro de suciedad y peligro. En realidad, ni el municipio de Lambaré ni el de Asunción litigan por el cerro, sino por los emolumentos de los veinte moteles –que en el Paraguay no quieren decir motor-hotel sino otra cosa bien distinta– asentados en la zona.
La distribución más lógica, la que más convendría al contribuyente, sería que toda la zona de Itá Enramada, incluyendo el cerro, pasara al municipio de Lambaré, cuyo edificio se encuentra a pocas cuadras de la Avda. Domingo Perón, mientras que la Municipalidad de Asunción se encuentra a más de catorce kilómetros, a vuelo de pájaro.
Asunción quiere seguir con la antilógica porque se rehúsa a perder los ingresos de los moteles, y no porque le importen el cerro ni sus alrededores turísticos.
La cuestión está ya en la Cámara de Senadores porque la de Diputados ya dio media sanción a la ley que restituye el cerro y sus alrededores, incluidos el puerto y los moteles, al municipio de Lambaré. La intendenta de Asunción se encuentra haciendo un fuerte lobby manifestando que los lambareños solamente quieren los ingresos de las 400 hectáreas de terreno en litigio, mientras calla que ella también los quiere.
Ambos intendentes rivales se encuentran desempolvando documentos de toda clase para demostrar su derecho a administrar las casi 400 hectáreas del terreno probablemente más lucrativo, por habitante, de toda la región. Ningún documento probará nada, porque no tienen arraigo histórico y porque las delimitaciones deben ajustarse a la lógica y al interés de los habitantes y no a otra cosa.
Fuente: lanacion - Paraguay

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