sábado, 12 de enero de 2008

Las esforzadas chicas del casino

Chile - Las croupier deben respetar extenuantes horarios y arreglárselas para no descuidar hijos o estudios.
Dicen que existe un insecto, tan diminuto como Pepe Grillo, cuya mordida obliga a la víctima a apostar lo que le queda en el bolsillo. Al bichito de la suerte no le importa que la plata termine en el hipódromo, agencia de Polla Gol o en el Casino. La cosa es que se juegue. Nadie termina metido en un barril porque perdió hasta los calzoncillos, pero, evidentemente, se pierden sumas importantes. En algunos casinos del país, especialmente en la zona central, varias mujeres han pagado una cuota mensual al concesionario para impedir que el marido acceda al establecimiento y tire todo su patrimonio "a la chuña".
El Casino Municipal no es sólo luces y riesgo. Al ingresar al local de la avenida Velásquez, lo primero que uno siente es el ruido de las máquinas y ese aire tan particular que mezcla adrenalina, espanto, humo, alegría y alfombras limpias. A veces, sube uno que otro tono desafinado desde el karaoke del subterráneo, casi siempre de alguna pareja que emula las batallas campales del dúo Pimpinela.
Uno puede continuar eternamente enumerando detalles. Esta vez quisimos conocer las historias de las mujeres que trabajan en el casino, saber cómo han sobrevivido a los exigentes horarios.
Claudia Isamit se vino hace diez años junto a sus padres a nuestra ciudad. Santiago quedaba definitivamente atrás. Se acostumbró rápido en el colegio y a la tranquilidad provinciana. Luego de terminar la Enseñanza Media, Claudia se convirtió en lectora permanente de los avisos económicos del diario, marcando con lápiz pasta las opciones laborales más convenientes. El lunes salía con su currículo y se sometía a las incómodas entrevistas de rutina, siempre con preguntitas impertinentes o "metiches". Hace tres años, Claudia postuló sin éxito a un empleo como vendedora de fichas en el Casino. No se desanimó y al siguiente proceso de reclutamiento de personal se asomó otra vez por la casa de apuestas. Ahora había quedado. No era tan fácil como imaginaba: durante tres meses tendría que asistir a una suerte de academia de talentos, donde se le harían pruebas de cálculo y destreza. No cualquiera echa las cartas sobre el paño.
Su hijo estaba chico y a su pareja (actual marido) no le gustó mucho el anuncio. "Entré cuando la guagua estaba chica. Los primeros dos meses lloraba y me pedía que no me fuera. Los gritos yo los escuchaba hasta que me subía al colectivo. Me daba mucha pena, también lloraba, pero no me quedaba otra", recuerda Claudia y agrega que, a pesar que comúnmente los bebés se enferman de noche o los fines de semana, ella nunca faltó al trabajo ni usó esta situación como excusa para permisos.
Los tres meses se hicieron demasiado largos. El Casino sólo le pagaba la locomoción, así es que para ahorrar algo de plata, no almorzaba en su casa y partía al centro a comer la clásica oferta del completo con bebida.
Estuvo 90 días sometida a una estricta y económica dieta basada en salchichas, tomate, palta y mayonesa. Con tantos combos calóricos, otra persona habría adquirido una poderosa colección de rollos adiposos, pero Claudia mantuvo su delgada figura, lo que confirma que cuando uno está sometido a una cierta presión requiere algo de chatarra. Quizás no tanta.
De las decenas de postulantes, sólo 15 obtuvieron la anhelada "pega". Claudia había cumplido la primera parte de la misión. Ahora tenía que mantenerse.
El debut fue en la ruleta electrónica. Como el aparato llevaba poco tiempo funcionando, tenía que explicar el modo de juego a los clientes. Estaba nerviosa y tenía la "piel de gallina", además que no quería recitar como grabadora telefónica. Esto se juega así y asá, bla, bla, bla...
"No soy muy carretera y por eso ya como a las 11 estaba muerta de sueño. Tomaba harto café y me mojaba la cara. Al comienzo me equivoqué varias veces y me devolvía un poco asustada a la casa", cuenta Claudia.
Los apostadores "vivarachos" detectan de inmediato cuando llega alguien nuevo y aprovechan de desconcentrarlo y jugar con sus nervios. Lo más común es que le indiquen cómo se debe hacer el trabajo.
Profesionales de la maña.
Ya con el dominio del oficio, Claudia se ha convertido en consejera de algunos clientes que llegan afligidos y solicitan los consejos de un extraña imparcial. Es similar a los bar-man de las películas, que siempre tiene una respuesta para todo, incluso líos familiares dignos del "Mea Culpa". Suena raro que alguien se confiese en un entorno tan iluminado, si bien se sabe que el ser humano suele relajarse en los lugares más impensados, como en los baños públicos.
FAMOSOS
Los artistas que llegan a la Puerta Norte siempre se dan una vuelta al Casino, casi como una escala obligada en el tour. El bichito pica con fuerza. Uno de los últimos que concurrió al local fue el modelo pascuense Hotuiti, a quien, al parecer, los piropos femeninos lo tienen con el ego por los cielos. Claudia lo encontró "súper quebrado, no como otros que han venido, como el 'Negro' Piñera o Leandro del programa Rojo".
Mayerling Díaz paga sus estudios de Agronomía en la Universidad de Tarapacá arrastrando la caja móvil en los pasillos de las máquinas tragamonedas. Coincide con Claudia que el modelo de la Vivi Kreutzberger se creyó el cuento. "Bien pesadito. En todo caso, nosotras aparentamos siempre que no conocemos a la gente, la tomamos como un cliente más", apunta Mayerling, quien se las ha ingeniado para compatibilizar los estudios con el trabajo. Afortunadamente, sus profesores le dan facilidades en la fijación de informes o investigaciones. Las pruebas son sagradas, por lo que solicita permiso con anticipación. Con mayor frecuencia de lo que ella quisiera, le pasa que llega a las 6 de la mañana y en dos horas más tiene que estar en la universidad. Por eso lamenta tanto cuando los compañeros más flojonazos corren el control a última hora, justo cuando el ayudante se presta a repartir las hojas de roneo.
Un par de semanas atrás le tocó atender al conocido humorista Eduardo Thompson, quien acababa de finalizar su actuación junto a Daniel Vilches en el mismo Casino.
"Me dijo que había perdido 40 mil pesos en las mesas y bromeó que mejor iría a jugar con fichas de taca taca", comenta Díaz.
COQUETERÍA
Como siempre están arregladas, las chicas siempre son aduladas por los clientes. La noche, el alcohol y el juego se pueden confabular para que alguien aumente sus revoluciones. Sinceramente -para qué estamos con cosas-, su uniforme y su cuidado maquillaje las hace ver muy bonitas.
Hay algunos más piroperos que otros, aunque ellas aseguran que jamás se sobrepasan o se ponen más frescos.
Claudia explica que son "tallas buena onda. Algunos usan un poco de humor negro y me preguntan cuándo me voy a quedar viuda". Mayerling agrega que "pasa harto que me pidan que les venda otra ficha porque les di buena suerte. El cuento de los piropos se maneja con naturalidad, no dando confianza, pero tampoco cortando".
Después de tanto esfuerzo, de tantas horas de desvelo, ya no les entran balas.
SUPERVISORA
Las encuestas son un fiel reflejo del rol que actualmente ocupa la mujer. Ya no están relegadas a actividades de segundo orden, a pesar que se sigue manteniendo una discriminación en cuanto a nivel salarial.
Priscila Herrera se convirtió hace poco en la primera supervisora en la historia del casino ariqueño. Se puede decir que ha hecho una carrera meteórica, que, además, tiene un doble mérito: el año pasado se tituló de Técnica Enfermera en Inacap.
Estaba acostumbrada a su trabajo de croupier, por eso sintió un poco de temor cuando le comunicaron su ascenso.
"Como croupier, una se preocupa sólo de su mesa. Es mucho más cómodo que estar pendiente de dos o tres al mismo tiempo, fijándose que los procedimientos sean correctos y también corregir los errores", explica Herrera.
La otra cosa que le daba un poco de miedo era la existencia de un cierto machismo en el área. Mal que mal, era una mujer que invadía un territorio netamente masculino: "Es difícil estar entre puros hombres, porque el machismo es fuerte. Igual, yo ya no me preocupo, aunque a veces me molesten o me tiren tallas".
Nota: Daniel Gómez – La Estrella de Arica

No hay comentarios.: